Pedir el voto consciente a la ciudadanía en vísperas de elecciones es como pedirle peras al olmo. A estas alturas de los comicios cada quien tiene su voto decidido y no hay vuelta que darle. Eso de que a partir del jueves la gente debe meditar sobre los pros y los contras de los candidatos antes de sufragar, es un cuento chino. Tal vez un mes antes de los comicios pudiera existir variantes en la intención del voto, pero ahora, martes, cuando escribo esta nota, todo está decidido. O debería estarlo.
Digo “o debería estarlo”, porque el MAS, hasta tres días antes de votar, va a seguir queriendo eliminar a candidatos que le parecen peligrosos, que le pueden ganar. Entonces es probable que enreden el tablero como saben hacerlo, porque tienen a su favor a los fiscales y los jueces (el Estado del Fiscalato), al Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) y a un Tribunal Supremo Electoral (TSE) que nos llenó de ilusión al comienzo y que, como dice el vulgo, resultó corneta. Es decir que justicia, Asamblea Legislativa y TSE, son un flan blandengue que el MAS y el Gobierno lo mueven como quieren y lo engullen sin siquiera masticarlo.
En Santa Cruz los masistas tuvieron una tímida intentona de convocar a declarar a Luis Fernando Camacho, pero desistieron ante lo que era una osadía que les habría traído problemas. Así que el MAS va a tener que soportar una derrota clara de su candidato Mario Cronembold, que tiene condiciones para distraer y divertir al público, pero que no es suficiente para sus desmedidas aspiraciones a Gobernador de Santa Cruz. Lo de la gobernación cruceña es caso cerrado.
En cuanto a la Alcaldía de la ciudad, la pugna parece estar latente entre Áñez y Fernández, aunque si nos remitimos al debate dominical en Red UNO, ninguno convenció lo suficiente, y más bien Angélica Sosa, como Aguilera y Adriana Salvatierra dieron una mejor impresión. Tanto Aguilera como Salvatierra están demasiado atrás en las encuestas y en lo que queda por delante (unas pocas horas) no parece que puedan inquietar a los que van en cabeza. En todo caso, está en la conciencia de los ciudadanos votar por quien le merezca mayor confianza.
Hasta hoy no hemos tenido una información confiable de cómo marchan las posibilidades de los candidatos fuera del eje central. Sabemos lo que sucede en Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, pero no en el resto del país, donde lo más que se ha conocido ha sido el intento masista de sacar de carrera al candidato a la Gobernación beniana Alejandro Unzueta, que, al parecer encabeza las preferencias. Asimismo, sabemos que otra beniana, la ex presidente Jeanine Añez, estaría siendo acosada por esta justicia innoble que, por los temores electorales del MAS, la quiere llevar a tribunales ordinarios cuando ella por los delitos de que se le acusa solo podría ser sometida a un juicio de responsabilidades.
En La Paz, hay intentos para inhabilitar a los principales candidatos a la Alcaldía (Arias, Dockweiler, el “Tata Quispe”) y al candidato a la Gobernación Santos Quispe (hijo del Mallcu), provocando confusión entre los ciudadanos. Pero lo más grave, por abusivo al extremo, se presenta en Cochabamba, cuando se ha decidido la inhabilitación de Manfred Reyes Villa, seguro ganador de la Alcaldía valluna, a quien Evo Morales teme y detesta. A Reyes Villa lo acusan por no haber documentado el pago de unos vehículos adquiridos cuando era prefecto (suma que ya ha sido pagada), pero, además, para que no tenga escape posible, se lo denuncia de haber emitido su voto, la última vez que sufragó, en el municipio de Tiquipaya y no en Cochabamba. Una minucia digna de risa.
Esperemos que para el día domingo todas estas inhabilitaciones hayan sido debidamente tratadas por el TSE y que se eviten enfrentamientos tanto en Cochabamba como en La Paz. Si bien el TCP es uno de los organismos más desprestigiados que existen en Bolivia, por las salvajes irregularidades que ha cometido, queda todavía la esperanza de que el TSE se comporte decentemente, sin obedecer ni al Gobierno ni a la Asamblea, mostrando que es un poder independiente, con juicio propio, que no tiene por qué temblar de miedo ante las sucias y funestas insinuaciones que recibe.
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