¿Humanizar la educación pospandemia?

La educación es, triste y afortunadamente, una de las cosas que más se ha visto afectada por la pandemia del coronavirus. Tristemente, porque la relación personal y física del profesor con los estudiantes quedó prácticamente eliminada. Afortunadamente, porque gracias a este evento mundial y la tecnología digital, muchas herramientas y recursos nuevos de transmisión de información y conocimiento fueron implementados. Como sea, la relación estudiante-profesor de ayer no deja de extrañarse.

Hace poco, tanto profesores como estudiantes de la Universidad Católica Boliviana tuvimos que asistir a una conferencia inaugural virtual llamada “Las humanidades después del COVID”, en la que expuso el doctor Carlos Garatea Grau, rector de la Pontifica Universidad Católica del Perú, abogado y lingüista de profesión. Sus reflexiones fueron más que provocadoras y creo que despertaron muchas inquietudes y preguntas en los estudiantes. La idea central: volver la mirada hacia el Humanismo y las Humanidades en medio de esta pandemia y también luego de ella.

Pues, así como la vida virtual nos ha facilitado y simplificado la vida (por ejemplo, pagar una factura o realizar una transferencia a través del celular se ha hecho para muchos mucho más frecuente), también la ha hecho más vacía, más monótona. Más fría. En el campo de la educación, esto puede llegar a ser muy peligroso, pues el periodista, el abogado y el médico en formación, que ya no sienten el tú a tú con sus compañeros de aula ni con el profesor, puede estarse instruyendo sin un sentido de empatía hacia su realidad y la de su prójimo. La educación virtual, por tanto, puede estar formando profesionales utilitarios, sin sentido humano.

Otros aspectos que me preocupan son el pensamiento crítico y la ética académica. Pues la estimulación que ejercía el docente sobre el estudiante estando en aula, siempre era mejor y mayor que la que se ejerce hoy a través de una pantalla, y suponía que el profesor exigiera del alumno tanto un esfuerzo crítico mayor cuanto un mayor rigor ético sobre lo que hacía académicamente.

Pienso que la mejor herramienta para mitigar las limitaciones de la educación virtual serían las Humanidades. El Humanismo tuvo el objetivo supremo de mirar al ser humano como eje central de la vida y el universo. Lo revistió de nobleza espiritual y virtud intelectual. Dos ejemplos son Leonardo, en el campo de las artes, y Erasmo, en el de la religión y la filosofía. Así pues, al revisarse temas como historia, religión, arte y ciencia, independientemente de la carrera en la que uno esté, el ser humano se vuelve automáticamente más sensible, más empático. Además, fortalece el pensamiento crítico gracias a la mirada amplia que le provee el nutrirse de varios temas culturales.

Estas materias, entonces, deberían volverse transversales y ser parte de la formación tanto de ingenieros como de abogados, de matemáticos y politólogos. Y luego de la pandemia se debería seguir así. Este tipo de educación no sería solo para las universidades; es más, debería implementárselo ya en los colegios. Podría ser incluso una materia independiente: “Humanismo”.

Naturalmente, lo que se aprenda —basado en el método pedagógico moderno de las competencias— tendrá que ser llevado a la práctica o por lo menos a un ejercicio teórico de pensamiento crítico (un problema o un estudio de caso).

La idea no está en que se profundicen lingüística, literatura o música. Sino en que el estudiante sepa quién era Beethoven y por qué hizo lo que hizo. Cómo Isaac Newton llegó a escribir los Principia. Por qué la importancia de la Ilíada de Homero. Esos saberes de seguro le darán una mirada diferente del mundo, lo harán más sensible ante la pedestre realidad que lo circunda. Lo humanizarán.

Ignacio Vera de Rada es profesor universitario.