En el altiplano
Por diversas causas, alrededor de 500 mil hectáreas de tierras de primera calidad de campesinos parcelarios y ex haciendas del altiplano, yungas y valles del país han dejado de ser cultivadas desde hace varios años. Ese hecho ha determinado gravísimos daños a la economía del país y si no se vuelve a trabajar esos terrenos, el futuro nacional se encuentra en grave peligro.
Debido a la reforma agraria de 1953, disposiciones legales agrarias dictadas sin ningún sentido y políticas agropecuarias demagógicas posteriores, sin orientación, los pobladores de esas extensas regiones, alrededor 400 mil campesinos han migrado a las ciudades, al exterior y al Chapare, dejando sus tierras parcelarias expuestas al intemperismo y sometidas a la erosión para convertirse en arenales y volver a ser terrenos infértiles.
Debido a esas y otras causas, la población boliviana ha quedado sin el abastecimientos de numerosos productos, hay escasez, altos precios, el Estado se ve obligado a hacer importaciones por cientos de millones de dólares, las parcelas antes productivas hoy son eriales y las tierras antes cultivables están muriendo y erosionándose por los vientos, lluvias y otros factores meteorológicos, que se agravan a medida que pasan los días y obligan a los campesinos que aún trabajan la tierra a migrar a las ciudades y dejar en el abandono la agricultura que practicaron desde hace miles de años.
Este gravísimo problema para la vida de Bolivia se debe al abandono y las autoridades nacionales, organismos privados, sindicatos de campesinos, organizaciones rurales, etc., le dan la menor importancia y, todavía más, consideran que no existe. Entre tanto, se dicta diversas disposiciones económicas y políticas para regiones orientales y la zona del Chapare, como si fueran las únicas que existen.
Ese descuido deliberado no considera que la reactivación del cultivo de esas tierras agrícolas del altiplano, valles y yungas, podría convertirlas de nuevo en fuentes de alimentos vegetales y ganaderos, con posibilidad de exportación e industrialización interna, de la que son capaces nuestros agricultores.
Habilitar las 500 mil hectáreas de tierras de ex haciendas y parcelarias, significaría resolver en gran medida el desempleo de gente del campo y volver a la producción. Es más, sería una decisión heroica que favorezca a los indígenas, hoy discriminados y sometidos al empobrecimiento sistemático, al desempleo y pobreza extrema, inclusive en las actuales circunstancias.
Por lo tanto, es de urgencia extrema que el gobierno adopte medidas de extrema necesidad, dejando de lado asuntos de mínima cuantía y, por consiguiente, considere que es muy importante crear fuentes de trabajo y hacer producir esas regiones abandonadas que antes llenaban los mercados urbanos. Esos aspectos --según informó el Centro de Investigaciones Agrarias de Bolivia-- serán revelados en diversas publicaciones, conferencias, etc., por expertos en materias agrarias y agropecuarias.
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