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Tragedia de la UPEA debe ser aclarada


 

Una tragedia de magnitud infinita estremeció y llenó de dolor al pueblo boliviano: la caída de once jóvenes desde el quinto piso de un edificio de la Universidad Pública de El Alto (UPEA), entidad del Estado. Como consecuencia siete universitarios murieron y cuatro resultaron heridos. Sucedió en medio de un acto político que nunca debió realizarse allí, donde decenas de alumnos, apiñados en un corredor, protagonizaron una gresca, durante la cual un grupo se enfrentó a golpes con otro y chocó y rompió una frágil baranda que no ofrecía seguridad, lo que hizo posible que jóvenes se precipiten a la muerte, veinte metros más abajo.

Esa tragedia debe ser objeto de una investigación de la más alta categoría e idoneidad, de tal forma que no pase desapercibida o como un episodio de mínima cuantía, atribuible a una baranda, como sostuvo ingenuamente la principal autoridad policial, o a algunos estudiantes ocasionales.

En realidad, esa tragedia es solamente la punta del iceberg de la crisis de la Universidad estatal y el suceso ha puesto al desnudo una situación crítica que estaba madurando hace tiempo y que, finalmente, estalló de manera dolorosa, pero que debe servir para que ese estado de cosas de la educación superior sea objeto de evaluación y adopción de las medidas necesarias, no solo para evitar accidentes como el señalado, sino por la costosísima ineficiencia de este pilar fundamental de la educación boliviana.

Deben ser descubiertas las causas que determinaron no solo la tragedia del lunes, sino de casi cien mil estudiantes de la Universidad Mayor de San Andrés que no cumplen sus funciones académicas y, más bien, están dedicados a política de baja categoría; ya que se les obliga a pagar multas por no asistir a actos partidarios, se les obliga a demostraciones riesgosas en vez de dedicarse al estudio y algunos pasan de curso por favores pecuniarios o de otro tipo, como denunció un exrector.

Por otro lado, se debe evaluar la enseñanza, la calidad de los docentes, los programas, el cogobierno universitario, becas, gastos presupuestarios, altos salarios de los profesores, la cátedra libre, las organizaciones sindicales de sectores administrativos que tienen puesta la espada de Damocles sobre la cabeza del Estado, porque en caso contrario pueden pasarse a la oposición y derrumbar al gobierno, como lo hicieron más de una vez.

Se deberá estudiar también las características de la autonomía universitaria de 1930, su evolución y en qué beneficia al país durante su existencia de cerca de cien años, única forma de evaluar la magnitud de la tragedia de esta universidad estatal.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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