Los problemas sociales y económicos se agudizaron en el país con la inesperada llegada del “enemigo invisible” el pasado año. La población boliviana debía hacer frente a un virus desconocido y letal. Y lo hicieron también en otros países de la región y del mundo.
En este marco, por efectos del virus de origen chino, más de 300 industrias cerraron sus actividades, según el dato proporcionado, en diciembre del 2020, por el presidente de la Cámara Nacional de Industria, Ibo Blazicevic (EL DIARIO, enero 11 de 2021). Hecho que significó el despido de trabajadores, que contribuyó a profundizar el malestar social. “En la economía nacional existe un sector informal que alcanza a 70%, mientras sólo 30% son formales, que cumple con tributos y aranceles al Estado. Genera además fuentes de trabajo”, dijo el gerente general de la Cámara Nacional de Comercio, Gustavo Jáuregui (EL DIARIO, 20 de noviembre de 2020). Ciertamente que los informales han crecido enormemente en los últimos tiempos, debido a la difícil situación económica.
El desempleo fue otro tema preocupante y ha golpeado a quienes dependían de un ingreso fijo. Hasta julio de 2020 se reportó más de 250.000 desocupados en el país, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). “El desempleo descendió en octubre, en comparación con julio, donde el número pasó de 250.000 personas, a nivel nacional”, aclaró el Instituto Nacional de Estadística - INE (EL DIARIO, 11 de enero, 2021). Pero el presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Rolando Kempff, reiteró que en el país existían 400.000 personas desempleadas (EL DIARIO, 18 de diciembre de 2020).
Entre tanto, gobernantes, parlamentarios, gobernadores y burgomaestres percibían, sin empacho, sus jugosos haberes. Nadie se sensibilizó con quienes, por la cuarentena, atravesaban momentos difíciles. Nadie se dignó en destinar un monto de sus sueldos como apoyo a los más afectados, por la emergencia sanitaria. Ante mucha exigencia, algunos lo hicieron. Y anunciaron el hecho, con bombos y platillos. La clase política siempre ha sido, en dictadura y democracia, apática, insensible e indiferente, con los desprotegidos, que sobreviven con la austeridad más inconcebible. Sólo los utiliza, como carne de cañón, en conflictos sociales. Como votantes, en elecciones. Y luego de trepar al Poder, los ignora.
La cuarentena, asumida el 22 de marzo pasado, marcó un tiempo difícil y traumático para la ciudadanía. Fue un retroceso para el país, en términos económicos. Redujo los ingresos de las empresas, de los trabajadores y de quienes se dedicaban al comercio informal. La población, lo sabemos todos, estuvo conminada a sobrevivir en el confinamiento, obedeciendo aquella frasecita de “quédate en casa”. Había que preservar la salud, la vida y el bienestar, ante el acoso del virus chino. La producción nacional fue paralizada, provocando la recesión económica. El derecho al trabajo fue vulnerado. El transporte de servicio público y privado no funcionaba. Muchas empresas cerraron sus actividades y el desempleo aumentó de manera alarmante. Sólo la vacuna, que llegó de Rusia, nos devolverá la esperanza y nos permitirá reactivar la economía. Ojalá no haya preferencias en su aplicación. Entre tanto la pandemia continuará sembrando angustia, dolor y muerte.
En suma: el coronavirus se quedará entre nosotros y más vale cuidarnos. Si no te cuidas tú, ¿quién te cuidará? Barbijo y lavado de manos representan hoy la rutina.
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