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Literato prolífico y constante

Homero Carvalho Oliva


Homero Carvalho Oliva nació en Beni. Es escritor, poeta y gestor cultural, quien ha obtenido varios premios de cuento a nivel nacional e internacional como el Premio latinoamericano de Cuento en México en 1981 y el Latin American Writer’s de New York, en el 98; dos veces el Premio Nacional de Novela con Memoria de los espejos y La maquinaria de los secretos. Su obra literaria ha sido publicada en otros países y ha sido traducida a varios idiomas; figura en más de treinta antologías nacionales e internacionales de cuento. Y así podríamos extendernos al introducir al invitado de hoy en Cvltvral pero queremos que sea el mismo Homero que nos cuente sobre su extensa y exitosa carrera en las letras.

¿Con qué frase literaria te identificas?

Con una frase que escribí hace algunas décadas y guía mi producción literaria: “A veces, es tan difícil comunicarse con los demás que uno tiene que inventarse un libro, para ver si así nos entienden”.

¿Cuál fue el primer libro que pasó por tus manos?

Cuando era niño mi padre me trajo una versión infantil de “La Ilíada” y me aclaró que me llamaba Homero por el autor de esa obra. A partir de entonces me sentí orgulloso de mi nombre que, hasta momento, lo consideraba feo. Muchos años después, frente a mi primer libro publicado, hube de recordar aquella tarde remota cuando mi padre me llevó a su biblioteca y me entregó un libro de cuentos de Gabriel García Márquez: Los funerales de la Mamá Grande, después de leerlo comprobé que las cosas que él contaba también sucedían en mi pueblo. Desde niño soy un lector compulsivo, leo todo lo que encuentro y siento placer releyendo algunos libros.

¿Qué autores han influido directamente

en tu estilo y forma de escribir?

Soy de la generación que creció leyendo al boom latinoamericano. En el cuento me considero hijo ilegítimo de Antón Chejov, Guy de Maupassant, Edgar Allan Poe, Augusto Céspedes, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez; en la novela Soy un río tributario de Miguel de Cervantes, Mario Vargas Llosa, Peter Handke, William Faulkner, Antonio Tabucchi y Juan Rulfo, por supuesto. En la poesía hay varios poetas que me ayudaron a encontrar mi propia voz: Walt Whitman, Pablo Neruda, Alejandra Pizarnik y Óscar Cerruto. Y, por supuesto, otros que tal vez ni imagino, pero que tienen su altar en la ingratitud de mi frágil memoria; incluso los que no he leído que son parte de la literatura nacional y universal, porque la literatura es todo eso.

¿Cuál dirías que es el mayor aporte tuyo a la literatura latinoamericana como escritor?

Creo que mi aporte ha sido demostrar que desde Bolivia podemos proyectar nuestra literatura al mundo, a la fecha me han publicado 17 libros en varios países, algunos en edición bilingüe. También creo que los talleres de literatura, que dirijo desde hace años tanto en Bolivia como en el extranjero, han contribuido a promocionar la escritura tanto como la lectura. En eso talleres siempre les recuerdo un consejo del poeta Rainer María Rilke que dice: “Si puedes vivir sin escribir, no escribas”.

De todas las obras que tienes en tu haber,

¿cuál es la que mayor satisfacción te causa?

Soy un escritor de dos siglos. En el siglo XX, impulsado por la búsqueda del hombre nuevo y el ideal de justicia social, escribí narrativa y, en el XXI, me inicié publicando poesía. En cuento mi primer libro: Biografía de un otoño (1983) tuvo elogiosos comentarios; en novela Santo vituperio es la más exitosa, ya lleva nueve ediciones y pronto harán una película; en poesía Los Reinos Dorados ha sido publicada en España y el año pasado en Brasil en edición bilingüe español-portugués, también se han escrito sobre este poemario tesis y ensayos publicados en varios países.

A lo largo de tu carrera recibiste

varios reconocimientos como escritor,

¿cuál es el que mayor regocijo le causa a tu alma?

Siento que soy una persona de mucha suerte, el azar (que es otro de los nombres de Dios) ha querido que me vaya muy bien en la literatura y que haya ganado premios en los tres géneros: cuento, novela y poesía, premios a nivel nacional e internacional. Creo que esa suerte es algo que pertenece al realismo mágico o la dimensión del milagro. Sin embargo, el que mayor regocijo me causa es el que gané en México, el año 1980, porque definió mi vocación literaria, cuando volví de ese hermoso país ya sabía que quería ser escritor.

De los géneros literarios en los cuales

ahondaste, ¿con cuál te sientes más cómodo

en el proceso creativo y de escritura?

La verdad verdadera es que me siento cómodo en todos, porque cada uno de ellos tiene su espacio y su tiempo. Sabemos que el lenguaje es una construcción intelectual y la literatura es la exaltación de esa construcción, así que con los años y trabajando entre la narrativa y la poesía he llegado a la siguiente conclusión: en el cuento y la novela los escritores somos una especie de dioses creando personajes a la medida de la narración. En la poesía, en cambio, el poema nos hace su personaje y es el poeta despojado de lo exterior quien habla a través del verso. En lo particular debo confesar que la filosofía me ha ayudado a hacer las preguntas y la poesía a responderlas.

¿Cómo ves la actualidad literaria boliviana

en cuanto a nuevos autores que destaquen

por su talento y publicaciones?

Creo la literatura boliviana ha alcanzado su madurez, posee muchos registros que despiertan la curiosidad de los lectores. Nuestra literatura está pasando por un buen momento, tenemos muy buenos narradores y poetas cuyas obras están triunfando en el exterior. Eso lo he podido comprobar tanto con mis lecturas, así como en los encuentros de narradores y festivales de poesía a los que he asistido. Lo que nos hace falta es crear una mayor conciencia de literatura nacional, como dice Ángel Rama: “Si la crítica no construye obras, sí construye una literatura”; si bien en la actualidad existe una crítica que está construyendo este canon mediante reseñas e investigaciones, no es suficiente; yo destacaría el proyecto de la Carrera de Literatura de la UMSA: La crítica y el autor y la labor solitaria de investigadores como Mónica Velásquez, Willy Muñoz e Iván Jesús Castro. Necesitamos una publicación periódica como era la revista “Hipótesis” que en la década de los ochenta fue una gran referencia literaria.

Tu nuevo libro Del tiempo y sus impertinencias,

¿es una suerte de recorrido a lo mejor de tu

carrera literaria en cuanto a cuento se refiere?

Este libro es una selección personal de cuentos incluidos en los libros Biografía de un otoño (1983), Los cuentos del gallo nigüento (1986), Seres de palabras (1991), Historias de ángeles y arcángeles (1995) y El espejo de Precioso (2019), así como inéditos y/o publicados en revistas y suplementos literarios por todo el mundo. La mayoría de estos cuentos están incluidos en antologías nacionales y extranjeras y fueron traducidos a varios idiomas y muchos de ellos obtuvieron premios nacionales e internacionales como La creación, Joñiqui, En septiembre los derrotaremos y otros textos. Agradezco a Editorial Subterránea por la publicación porque va a permitir a mis lectores hacer una relectura de mi obra cuentística desde 1983 a la fecha.

¿Nos puedes contar más sobre la antología que están a punto de publicar en Lima?

Sí, desde hace varias décadas, diversas editoriales de extranjeras me invitan a realizar antologías de cuento, poesía y microcuento, creo que es un honor inmerecido del cual intento estar a la altura del desafío de hacer conocer nuestra literatura y nuestros autores fuera del país; por ejemplo, la editorial Visor de España, la mejor en poesía hispánica, me invito a seleccionar poetas y poemas para su colección iberoamericana y ahora ese libro se ha convertido en una referencia internacional de nuestra poesía. Hace un par de meses la editorial Micrópolis de Lima, Perú, especializada en microficción me invitó para que compile la boliviana para su colección de antologías nacionales y acepté con mucho gusto porque es un género que me encanta y es una gran oportunidad de difundir la obra de nuestros escritores. Ahora estamos definiendo la tapa para que salga publicada a fines de marzo.

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