Nuestra historia comienza con la fundación de Santa Cruz de la Sierra, el 26 de febrero de 1561, por españoles, criollos, mestizos e indígenas llegados de la ciudad madre Asunción del Paraguay, así como por indígenas locales. Fuimos una ciudad mestiza desde nuestro origen, forjada con el vigor del viejo y del nuevo mundo.
Durante casi 400 años vivimos aislados del mundo, en el corazón sudamericano, rodeados por una inmensa selva verde que nos sirvió de madre amorosa. Ese aislamiento geográfico generó una nación con una fuerte cultura propia. Logramos que el conquistador transforme sus espadas en arados y abone la tierra con su cuerpo y con sus sueños. Porque el conquistador y el conquistado terminamos siendo finalmente uno mismo, una misma nación, en busca de un futuro compartido. Porque ambos nos fundimos en un escudo con coronas y palmeras, con toborochis y leones.
Nos liberamos de la Corona Española el 14 de febrero de 1825, con la única ayuda de nuestros hermanos de las Provincias Unidas del Río de la Plata, hoy Argentina. Decidimos ser parte de Bolivia el 6 de agosto de 1825. Santa Cruz es una nación 264 años más antigua que Bolivia.
Nuestro ingreso a Bolivia fue una esperanza ciudadana, aunque algunos pensaban que unirnos a una región con otra raza, otra cultura y otra historia, no era la mejor decisión. Fue una observación pertinente.
Bolivia se benefició grandemente con nuestra incorporación, aportamos; entre otras cosas, con una cultura exitosa y con 1,3 millones de Km2 de rico territorio Camba.
El trato que Santa Cruz ha recibido de Bolivia, ha sido entre malo y pésimo. Desde el principio fuimos tratados como una colonia del centralismo andino. Al inicio fuimos olvidados y solo considerados como un lugar de destierro, de los políticos opositores. Cuando exigimos nuestra participación efectiva con el Memorándum de 1904, fuimos tildados de separatistas, calificativo que perduró en el tiempo.
Los ataques armados contra Santa Cruz, que relato a continuación, muestran de cuerpo entero mis afirmaciones; todos ellos quedaron impunes: 1877 contra Andrés Ibáñez, 1891 contra la Revolución de los Domingos, 1892 contra Apiaguaiki Tumpa, 1924 contra el movimiento Ferrocarril o Nada, 1958 contra el pueblo por el 11%, 1959 una continuación del anterior (en todos estos ataques armados participó el Ejército Nacional), 2008 el Cerco a Santa Cruz de Evo Morales y el 2019 el ataque en Cofadena-Montero, también por Evo Morales y sus huestes.
Ya es hora de frenar en seco esta situación, pido a nuestras autoridades departamentales elegidas por voto, así como a nuestros líderes y la ciudadanía en general, hacer causa común, hablando claro y fuerte, nacional e internacionalmente.
No permitamos que nos impongan su cultura, no permitamos que prohíban nuestras exportaciones, no permitamos que se repartan nuestras tierras, no permitamos que se roben nuestra plata, no permitamos que nos impongan autoridades desde el centralismo. no al neocolonialismo.
jimiortiz@cotas.com.bo
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