Recetas cubanas

El problema de aplicar un plan hecho por cubanos es que no hay capacidad de respuesta a las marchas de protesta, porque en la isla eso jamás ocurre.

Qué haces con unos bolivianos que insultan al cocalero en las calles y en los aviones, que marchan por miles protestando y gritando “¿Evo de nuevo?, huevo carajo”.

Todos los cubanos que se atrevieron a decir algo mucho más suave contra Fidel Castro fueron ejecutados. Los tiburones del Caribe lo saben, porque los saborearon.

En lo único que se parece la realidad boliviana a la cubana es que en ambos países los “revolucionarios” llegan de regiones donde son fabricadas drogas.

Eso ocurrió en la Sierra Maestra. Fidel llegó a La Habana acompañado por los capos del narcotráfico, de la marihuana, en esa zona, como Crecencio Pérez o Edecio Hernández. Muchos años después, el tipo siguió creyendo en la maravillosa alianza de las revoluciones con la droga, hasta que propuso usar la cocaína como «nuestra propia bomba atómica». Hizo toda una filosofía de esa alianza.

Pero aquí hay problemas para aplicar las recetas cubanas. ¿Cómo haces para enfrentar a los bolivianos que no están acostumbrados a las dictaduras? No tuvieron longevos dictadores, ni Pinochets ni Somozas ni Ortegas ni Stroessners ni Videlas. No los soportan.

Y ahora, el impulso de la cacería de brujas, de la época del terror sugerida por los cubanos ha encontrado a un pueblo que nunca ha soportado dictadores. Banzer duró siete años, nada más, y salió rajando.

Es cierto, el plan fue urdido lejos y los asesores más cercanos son los cubanos. Los rusos, los chinos y los persas que están manejando los hilos más largos sólo miran nuestros países como piezas de un lejano tablero.

Y han surgido dudas inmediatas. ¿Cómo hacer que el cocalero vuelva a la presidencia?

Si deben renunciar los actuales gobernantes para que el cocalero Andrónico se ocupe de llamar a elecciones y el jefe cocalero sea candidato, ¿cómo haces para que David acepte renunciar?

Y hay otro factor que los estrategas cubanos no tomaron en cuenta. Un crudo invierno de la crisis económica más severa que haya sufrido Bolivia está en las puertas. Cuanto más cerca está ese invierno, más ausente está Luis Arce, el que sembró la semilla del desastre económico.

Pero también están algunos jueces que sienten asco de lo que les han obligado a hacer, porque algo de decencia tienen en sus huesos. Y los militares tienen muchos entuertos que corregir.

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