Siguiendo en la búsqueda de material de lectura, para no sufrir tanto con el enclaustramiento, me encontré con otro trabajo de Julio Verne, "De la Tierra a la Luna", es una lectura fascinante que se anticipa un siglo al envío de una nave al satélite de la tierra.
El texto comienza presentando a los lectores a los miembros del Gun Club y exaltando las cualidades de los norteamericanos como un pueblo de guerreros y de superioridad en relación con los europeos en la ciencia de la balística, los cuales los superaron con "las formidables máquinas de artillería norteamericana". Continúa "así se explica la producción de aquellos cañones gigantescos. Mucho menos útiles que las máquinas de coser, pero no menos admirables y mucho más admirados que éstas".
Pero recordemos que estas alabanzas se destacan en la Segunda Guerra Mundial, a la cual los norteamericanos pusieron fin, con el envío de las dos poderosas bombas que destruyeron Hiroshima y Nagasaki, matando a miles de habitantes en las dos islas y con lo cual pusieron fin a esta guerra de una manera inmediata. En la actualidad esa "cualidad inventiva y el afán de conquista y del espacio" los ha llevado a tener decenas de satélites girando en torno a la tierra y observando el espacio del universo, y recientemente se ha producido el envío de una nave a Marte, que ha colocado un carruaje en ese planeta que lo está explorando y enviando imágenes a la Tierra.
Pero retomaré a J. Verne, cuando los miembros del Gun Club, presidido por Impey Barbicane, reconocen que Estados Unidos se ha convertido en una nación pacífica y que hay que encontrar nuevos desafíos para seguir desarrollando su capacidad balística. Con esa reflexión, el presidente los otros miembros, Tom Hunter, Mac Clellan, Bilsby y J.T. Maston se despidieron de la reunión hasta la próxima.
A los pocos días reciben una citación del presidente para "tratar una comunicación muy importante".
El 5 de octubre, a las 8 de la noche, no faltaba un solo miembro del Gun Club. Frente a toda una multitud, que era la Asamblea, el presidente, después de una presentación de varios antecedentes para intentar comunicarse con los habitantes de la Luna, les dice: "está reservado al genio práctico de los americanos ponerse en comunicación con el mundo sideral y el medio de llegar a tan importante resultado es sencillo, fácil, seguro, infalible, y constituye el objeto de mi proposición".
Toda la multitud asistente expresa su admiración y todos fueron dominados, arrastrados, seducidos, arrebatados por las palabras del orador.
Después de explicar los avances norteamericanos en cuanto al poder de los cañones, producir un aparato, realizado con ciertas condiciones de resistencia, “sería posible enviar una bala de cañón a la Luna".
Las principales ciudades norteamericanas se sacudieron con la noticia y todo el mundo estuvo de acuerdo en apoyarla. Por la transmisión telegráfica de las noticias y "25 millones de corazones, henchidos de orgullo, palpitaron con un solo latido".
Aprobada la idea se dirigió una consulta de 6 puntos al Observatorio de Cambridge sobre:
- La posibilidad de enviar un proyectil a la Luna.
– La distancia exacta que separa a la Tierra de su satélite.
- La duración del viaje del proyectil.
– El momento en que se presentará la Luna en una posición favorable para este intento.
– A qué punto del cielo se deberá apuntar el cañón destinado a lanzar el proyectil.
- Qué lugar ocupará la Luna en el cielo en el momento de hacer el disparo.
La iniciativa había iniciado su marcha.
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