Como nunca en su historia, el mundo atravesó por pruebas inimaginables hasta en los más encarnizados enfrentamientos como son las guerras y muchas dislocaciones de las condiciones de paz, porque la soberbia no dejaba que se dé pasos permanentes y definitivos para que el hombre no sólo exista, sino que viva plenamente en condiciones de tranquilidad, armonía y paz permanentes.
El hombre, declarado por sí mismo como el peor enemigo del hombre, ha alcanzado metas increíbles e incalculables de crecer en todos los campos que tuvo que emprender con la finalidad de alcanzar plenos desarrollos y progresos que lo catapulten hasta conseguir la cima del bienestar; pero, adjuntos a su inteligencia y capacidad, a su inventiva y fortaleza para vencer todas las dificultades, estuvieron su soberbia y petulancia, debilidades, egoísmos y avaricias, maldades y complejos, egolatrías que buscaban parangones con el Creador, ambiciones de conseguir más poder y lograr dominio avasallador sobre todos los países pretendiendo convertirlos en esclavos al servicio de los más poderosos. El hombre creó condiciones para que la humanidad viva plenamente, se debata en extremos de grandes riquezas y poderíos armamentistas, económicos, culturales, científicos y tecnológicos capaces de sobreponerse siempre y, además, implantar diferencias raciales y de toda naturaleza que pretendían que el hombre siga siendo el peor enemigo del hombre: La humanidad concibió medios y formas para desarrollar, casi perfeccionar, las mejores, más contundentes y mortales armas para que desaparezca nuestro planeta; parecería que no hay límites ni fronteras para contener sus ambiciones y su soberbia e implantar diferencias raciales que sean antagónicas y que sienten más bases para impedir la unidad, la armonía y la concordia entre todos los pueblos. Largo, muy largo sería, detallar lo creado e inventado por el hombre como contraparte de todo lo bueno que hizo porque, en su egoísmo, no pudo hacer que lo bueno quede y lo malo desaparezca de todas sus formas y medios en que está inmerso causando más angustias y desesperanzas a todos los países y sus pueblos.
El virus que tocó padecer a todos los países, ¿será capaz de dejar condiciones para la unidad, la armonía y la concordia entre todos? ¿Será factible el amor constructivo y fraterno para que todos, unidos, hagamos frente a todo lo que haya que hacer para derrotar a las enfermedades, al subdesarrollo y a la pobreza, al hambre y la malnutrición, para disminuir radicalmente la muerte de niños que por miles fallecen cada día? ¿Será posible detener a criminales que violan, maltratan y hasta asesinan a mujeres y niños? El luto, el sufrimiento y angustias, las lágrimas, la laceración de corazones de millones de madres, el dolor y pesares de niños y ancianos que en muchos millones causan desesperación y pérdidas de fe y confianza, ¿podrá ablandar la conciencia y el corazón de quienes no creen en la bondad, honestidad, honradez y dignidad del ser humano que, conjuntamente muchos otros males, causan pérdida de esperanza y hasta de sentimientos de caridad, humildad y bondad tan necesarios en aras de la unidad y la concordia?
¿Será posible que los creyentes y poseedores de fe en Dios --(incluidos los que dicen: Gracias a Dios, soy ateo) --acrecentemos nuestras virtudes y nuestra fe y confianza en Dios que, como Padre bondadoso y misericordioso aquilatará lo que somos, lo que podemos y debemos hacer por el bien común, por quienes necesitan de caridad y bondad, de los que padecen hambre y necesidades, por los que buscan comprensión y ternura y, sobre todo, de los que precisan acrecentar su confianza en el Creador y en los mismos hombres que serán los definitivos constructores de una nueva humanidad basada en el amor y la concordia, en la paz y la unidad entre todos.
La humanidad, pasado el coronavirus, deberá ser diferente, comprender las lecciones recibidas, las desgracias padecidas, las angustias, dolor y muerte sufridos por los que perdieron a sus seres queridos. Conscientes los indiferentes por las desgracias del mundo, ¿cambiarán conductas contrarias a todo sentimiento de bondad y caridad por la muerte de parientes, amigos, sabios, investigadores, médicos y otros que inmolaron hasta su vida por el bien de la humanidad? ¿Comprenderán la urgencia de la unidad y la concordia para trocar al planeta en un mundo solidario, contrario a todo enfrentamiento y a discordias que hoy hieren a todos por igual?
Si la humanidad de hoy no cambia, querrá decir que está dispuesta a sufrir muchas pandemias que serán infinitamente más graves y destructivas que todos los yerros cometidos y conseguirán la destrucción total como un presente de maldad al holocausto final.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |