Nuestra suerte, desde la caída de los commodities, se ha tornado muy adversa. Parece que no tuviéramos una salida inmediata ante la situación económica tan apremiante. Y, en medio de la angustia y desesperación, nos hemos propuesto reunir recursos para el erario nacional, tan debilitado hoy. Asumimos medidas como el fideicomiso, Bono contra el Hambre, los diferimientos, entre otras. Éstas fueron calificadas de insuficientes para promover la reactivación económica.
Solo la unidad, la reconciliación y la humildad nos permitirán, ciertamente, trabajar por la Patria, cuya salud está quebrantada. No deberíamos distraernos con pequeñas e insignificantes cosas. Deberíamos pensar y soñar con una Bolivia engrandecida, fuerte y progresista, por el bien de todos quienes vienen.
Bolivia, como tantos otros países, registra un elevado índice de desempleo, como consecuencia de la arremetida del “enemigo invisible”, que ha cubierto de cruces la faz de la tierra. Fenómeno que agudiza la desigualdad. Caldo de cultivo para las convulsiones sociales. Situación que es aprovechada, políticamente, por quienes creen ser los “salvadores de la Patria”.
Se hace necesario e imperioso que, para salir de ese atolladero, tanto públicos como privados asuman la iniciativa de aunar esfuerzos, en la perspectiva de mitigar la desocupación y, de tal modo, generar mejores condiciones de vida, en beneficio de los sectores populares, en particular. Los segundos, según la prensa nacional, habrían ratificado su predisposición para tal efecto. Lo bueno sería que se inicien, lo antes posible, las conversaciones. Habría que “ganarle tiempo al tiempo”. En caso contrario saldremos perdiendo todos y estaremos en las mismas de siempre.
Atraigamos la inversión externa, otorgando seguridad jurídica, para reactivar la economía nacional. Evitemos ahuyentar, asimismo, con impuestos a la riqueza, a emprendedores que desean instituir unidades empresariales, que, de una u otra manera, significarán nuevas fuentes de trabajo, en beneficio de la gente joven.
Que ambos sectores busquen, en ese entendido, puntos de coincidencia, a fin de construir un futuro más llevadero. Estamos persuadidos de que tales objetivos, de interés común, unirán, en esta coyuntura tan difícil que atraviesa el país, a todos los bolivianos y bolivianas, obviando, inclusive, las diferencias político – ideológicas.
Tenemos la esperanza y estamos confiados en Dios para salir adelante. Contamos para ese propósito con entidades dispuestas a asumir tareas que aporten a la solución de los problemas nacionales. Emprendedores con mentalidad nueva e inquietudes renovadas, sin pasado cuestionable que los persiga. Que aman a Bolivia y al trabajo que desempeñan. Seriamente comprometidos con el futuro de la Patria. Pero hay ciertos resabios del odio y de la inquina que pretenden empañar sus proyecciones específicas. Que no tienen la voluntad política para escucharlos ni para tomar nota de sus planteamientos.
En suma: ahí están los emprendedores dispuestos a trabajar por Bolivia. Los trabajadores que apuntalan los propósitos relativos a forjar un venidero mejor. Ojalá estas inquietudes se multipliquen y tengan la repercusión favorable para Bolivia y su destino.
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