Remedios Rico Urios
En estos últimos días, además de Filomena, la palabra más oída y pronunciada es vacuna. Y yo quiero saber. Quiero formarme en lo que se ha llamado “la Vacuna de la sonrisa”. Es una expresión que me encantó cuando la oí. Ante tanta desesperación, tanta enfermedad, tanta crisis económica, tanto agotamiento y tanta muerte, pensar en vacunarme me provoca sonreír. Se abre una ventana a la esperanza. Necesito, como todos, volver a tener futuro. Y si ese futuro depende de un pinchazo, creo que merece la pena asumir el posible riesgo que pudiera conllevar. Soy vacunadependiente.
La Fundación para la Formación de la Organización Médica Colegial el pasado día 15 de enero organizó un curso muy interesante desde el punto de vista práctico sobre vacuna covid-19: eficacia, efectividad y equidad. Me gustó. Me aportó. Aprendí.
Hace poco participé en una webinar sobre vacunas y covid-19 que organizaba el Colegio de Médicos de Orense. Ponencias claras que reflejaban un conocimiento importante del tema que se trataba. El Dr. Martinón y el Dr. Taboada hicieron fácil lo difícil y aportaron claridad a toda esta locura informativa que desde hace un tiempo tenemos respecto a las vacunas.
En nuestro ADN está la constante formación, el deseo de aprender para saber a qué o a quién nos enfrentamos, la búsqueda de todo aquello que nos lleve a cuidar la salud de nuestros pacientes.
Esta pandemia nos ha convertido a todos en arte y parte del problema. El personal sanitario, en primera línea, ha sufrido el envite brutal física o anímicamente de este maldito virus. Hemos caído en combate. Nos ha hecho vulnerables, pero no hemos cejado en la lucha. Hemos perdido a amigos y familiares, a conocidos, a nuestros pacientes y eso es desolador.
Ante el horror que vivimos, y del que muchos no aprenden, la responsabilidad individual es una obligación, pero no todos debemos opinar igual. La inmoralidad de todo aquel que incumple y se salta las normas es reprobable y delictivo. La irresponsabilidad ajena afecta y limita mi libertad y mi derecho a vivir.
Tu mascarilla es mi barrera y la mía es tu derecho. El respeto a las medidas preventivas es una mirada al mañana. Si no cumplimos todos, delante de nuestros ojos sólo tendremos sufrimiento y una oscuridad desalentadora. Por tanto, exijo mi derecho a un mañana, mi derecho a un futuro prometedor y mi derecho a sonreír.
Pongo mi brazo, pongo mi ilusión y mis ganas de vivir en manos de aquellos que han trabajado para que la vacuna esté a nuestro alcance. Se ha ido rápido pero seguro que a costa de simultanear y acelerar los pasos sin eliminar ninguno.
A día 19 de enero de 2021 se ha administrado en el mundo más de 50 millones de dosis de vacunas contra la covid-19. Quiero seguir aumentando esa cifra. Espero ansiosa mi cita. Sonrío al pensarlo. ¿Será esperanza?
Dra. Remedios Rico Urios, médico de familia en el Centro de Salud de Car Salou en Tarragona, España.
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