Muchas veces, ante la presencia de exigencias con amenazas de huelgas, paros y extremos que se profiere en contra del país y su tranquilidad, surgen criterios en la población sobre la urgencia de adoptar medidas duras, con tal de tener tranquilidad y evitar situaciones en las que peligran hasta la seguridad y vida de los niños, las mujeres y los ancianos; no obstante esas condiciones de zozobra democrática, la mayoría de la población anuncia su preferencia por la vigencia democrática.
Es innegable que desde octubre de l982, cuando se restableció la democracia en nuestro país, se ha tomado conciencia de su urgencia y necesidad de mantenerla incólume y es así como se tiene noción clara del deber y derecho que se tiene en todos los estratos de la población: deber de mantener el sistema democrático como forma de gobierno, por no existir otro método o sistema para lograr vigentes y respetados todos los derechos humanos a favor del pueblo, la vigencia institucional y el imperio del Derecho (vigencia de la Constitución y las leyes), en vez de que haya imposición del derecho que se da la fuerza, el poder y la contundencia de un régimen arbitrario para mantener el orden, tranquilidad y respeto a las autoridades por parte del pueblo.
El derecho de cada uno de sostener la democracia porque ella es propiedad de los ciudadanos, es un bien que beneficia a todos y su vigencia permite vivir bajo reglas institucionales o sea la Constitución Política y las leyes; este derecho, al ser propiedad particular de cada ciudadano, es un bien que merece ser preservado, cuidado y mantenido libre de todo peligro o circunstancia adversa que impida su vigencia permanente sin peligro de alguna naturaleza.
La vigencia democrática en todas las instituciones da lugar a que, por ejemplo, las Fuerzas Armadas conjuntamente las de la Policía tomen debida conciencia de su deber de cuidar y preservar el sistema, de mantener libre de todo peligro al pueblo y a las autoridades elegidas mediante el voto y conseguir que ambas entidades, por ser instituciones de servicio al bien común, queden siempre al margen de toda influencia político partidista y de cualesquiera intereses económicos, laborales, sociales o empresariales que, igualmente, deben mantenerse con la seguridad de estar resguardados por esas entidades del orden y defensa del país.
Bien se puede decir que la democracia es la primera institución que tiene vigencia en todo el sistema institucional de la nación; por ello, es deber y derecho resguardarla y preservarla ante todo peligro o concomitancia con cualquier ideología partidaria del desorden, la intranquilidad y la anarquía, que son los mejores conductores hacia el caos. Fortalecer la democracia y mantener su vigencia es cuidar la seguridad de la colectividad y la primacía de la Constitución y vigencia de las leyes que rigen la vida institucional del país.
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