El confesionario: entre denuncias, machismos y extremismos

La página de Facebook, “El confesionario UCB” sacó a la luz, casi sin querer queriendo, una seguidilla de denuncias sobre abusos sexuales cometidos por un grupo de jóvenes que se hacían llamar a sí mismos, «los amantes», los cuales tenían un modus operandi similar en todas sus oscuras actividades. Organizaban fiestas, muchas de ellas exclusivas, donde invitaban a jovencitas, incluso menores de edad, las dopaban y posteriormente las violaban y, para colmo de males, para tener constancia de este hecho y jactarse de ello en su grupo de amigotes, les sacaban fotos, con el fin de amedrentar a las víctimas con hacer públicas dichas imágenes si es que ellas se atraviesen a formular alguna denuncia ante la justicia. Todos estos testimonios (muchos de ellos desgarradores), encontraron respaldo y empatía no en la autoridad competente y mucho menos en el aparato de justicia, tuvieron que acudir a una página anónima de Facebook para hacer escuchar su voz, desnudando con ello las enormes fallas procedimentales existentes en lo que se refiere a los delitos de índole sexual.

Llama la atención que el cabecilla de la banda de violadores seriales llamados «los amantes» haya tenido denuncias previas por este tipo de delitos y que haya sido liberado sin reparo alguno. Lastimosamente, este tipo de accionar dentro de la justicia no es nueva, una denuncia por violación o delitos de índole sexual en su etapa de investigación puede llegar a durar más de seis meses, en los cuales la víctima es condenada a sesiones maratónicas de «reconstrucción de los hechos», es así que entre fiscales, abogados y policías la víctima es nuevamente agredida, esta vez en sus emociones y recuerdos.

En caso de que la fiscalía finalmente concluyese la existencia de un delito, comienza un nuevo vía crucis para la víctima, pues un juicio por violación puede llegar a durar más de dos años, sí, más de dos años, esto debido a las innumerables audiencias suspendidas, a las numerosas chicanerías jurídicas por parte del equipo legal del imputado y a la excesiva carga de procesos en los juzgados. Todos estos elementos conforman el «cóctel perfecto” para la retardación de justicia, que con el paso de tiempo termina empoderando al violador y amedrentando a la víctima, pues mientras más tiempo se pase sin sentencia, más cerca está el imputado de su sobreseimiento provisional o incluso definitivo, y así, de esta manera, la víctima es nuevamente violada, esta vez por un sistema judicial lento y corrupto.

Como mencioné, los procesos judiciales en delitos de índole sexual pueden durar más de dos años sin sentencia, entonces ¿qué le queda a la víctima?, en muchos casos simplemente desistir del proceso, pues el desgaste moral y económico es enorme, solo le queda sobrevivir al miedo y a la angustia de tener que cruzarse con su violador, ya en libertad.

Es en este sentido que a muchas víctimas de delitos de violación solo les quedó como alternativa una página de Facebook, ¡sí!, de Facebook, lo que nos muestra con toda claridad la situación de indefensión en la que se encuentran las víctimas de este tipo de delitos, pues las redes sociales no imparten justicia, incluso pueden ser la puerta de ingreso para otro tipo de intereses, incluso muchos más complicados... (continuará).

Marcelo Miranda Loayza, Teólogo y Bloguero.