Luis Carranza termina su gestión en abril de 2021. El cambio, que debía darse a inicios del próximo año, se ha adelantado por cuestiones de coyuntura política e internas de la propia organización.
Luís Carranza renuncia a la presidencia ejecutiva de la CAF en franca protesta por las acciones del Gobierno Argentino, que hizo destituir al boliviano Bernardo Requena, que reunía los requisitos exigidos por la entidad internacional, para colocar a alguien sin las calificaciones adecuadas.
En su carta de renuncia denunció la injerencia política de algunos países en las decisiones de la entidad internacional.
Esos cuatro años de gestión cierran un ciclo que representa un punto de inflexión en sí mismo, dado que Carranza tuvo como objetivo preservar la institucionalidad de CAF, aumentar su eficiencia y responder a los retos que enfrentan los países.
La incorporación de México y Costa Rica como miembros plenos de CAF, el programa de capacitación virtual, iniciado en 2017 y hoy fortalecido, o un crecimiento del 28% en la cartera consolidada, son algunos de los hitos logrados por la administración actual, con apoyo del Directorio y de todos sus colaboradores.
Sin embargo, cuando se habla de desarrollo, se habla de personas. Ahí es donde CAF pone su foco, es donde se encuentra el ADN de la institución. Esto se traduce en créditos que se han generado para lograr, por ejemplo, 3.196.870 beneficiadas por una conexión nueva o mejorada de agua potable y/o alcantarillado, 163.164 M2 de infraestructura educativa construida o rehabilitada, 99.680 estudiantes beneficiados por proyectos de educación, 5.563 kilómetros de carreteras construidas, mejoradas o rehabilitadas, entre muchos otros.
“Se llevó a cabo una reestructuración de la organización que nos ha permitido alcanzar estos logros y objetivos. Desde la creación de nuevas áreas, como la Vicepresidencia de Riesgos, a la implementación de un plan de austeridad, que permitió reducir los gastos de viajes en un 40%. Se apostó por la transformación digital de la organización y una gestión operativa más eficiente, estableciendo metas estratégicas con indicadores medibles. Todo ello, para lograr nuestro objetivo: que los recursos estén donde más se necesitan, apoyando el desarrollo de América Latina y llegando a las personas”, afirma Carranza Ugarte.
Asimismo, durante la pandemia se actuó de manera rápida y efectiva con un récord de aprobaciones de más de 14.000 millones de dólares, dirigidos fundamentalmente a apoyar a los países en su esfuerzo por atender esta difícil situación.