Carlos Jahnsen Gutiérrez
- Su sacrificio en el altar de los fundamentalistas del MAS
El MAS y sus radicales hacen lo que mejor pueden: Dividir e intimidar a la sociedad, con odio y venganza. El Gobierno mediocre del presidente Arce hace lo que mejor puede: ¡Callar y agacharse! Esta división de trabajo altamente hipócrita y cómplice de la perfidia, es dominada por el ADN político del MAS, el engaño, la mentira y el abuso. El común denominador y pegamento de los que odian, se agachan y se callan hacia adentro de sus estructuras partidarias y sociales, es su posverdad del “golpe de Estado”. Es su primera herida incurable, transformada en la base de una identidad indiscutible, intocable. La segunda herida incurable, desde ya la peor, es la denigrante derrota del MAS en El Alto de Copa.
Esta derrota les duele más que la fuga de Evo a México. Es un catalizador para el ingreso del radicalismo político al escenario. El anuncio de un “nuevo tiempo para escuchar y sanar heridas” en el momento de tomar posesión y con él, la esperanza de una convivencia pacífica y democrática y de estabilidad económica y social, se la sacrifica en el altar de los fundamentalistas masistas. El MAS demuestra que por estrategia de hegemonía política es incapaz de gobernar a Bolivia para construir una sociedad inclusiva que respete la diversidad cultural y política y reactivar la economía, la que ellos en 14 años de corrupción y despilfarro metieron al sótano. En cambio, Sí usa desproporcionalmente su energía para desmontar la democracia, la libertad y los derechos humanos. ¡Al MAS sólo le interesa el poder del MAS y salvar al MAS! ¡El precio para Bolivia de tanta canallada no le importa!
Ahora vemos, sin lugar a dudas, la continuidad de un proceso ideológicamente tóxico, que comenzó a más tardar el 2008 y que tiene a la radicalización y limitación de libertades como elixir de política. Es el desenvolvimiento de una permanente paradoja entre el coqueteo con una modernidad y la atracción mágica por las ñustas de un apocalipsis político. Se observa entonces, a cuatro meses de gobierno del MAS, que las fuerzas de represión, a las que no les interesa una sociedad libre y una democracia liberal, controlan la dinámica política. ¡Arce es su títere!
Este revanchismo obsesivo necesita de miedo, presos y muertos. Necesitan la destrucción de la clase media y sus representantes políticos, por medio de un terrorismo de Estado. No es la libertad y la democracia la que oprimen y matan, en cambio, sí la radicalización política. El mensaje es para Copa también. El que ella pueda estar mirando desde la Ceja de El Alto, la persecución política, no la libera de estar en la mira de los fundamentalistas del MAS. La odian igual que a Camacho.
El éxito y potencial económico de Santa Cruz, la paz en la sociedad, la diversidad, la convivencia democrática, estorban. Por ello, el MAS y sus fundamentalistas políticos promueven una lectura ciega y fascistoide de la historia reciente de Bolivia. Ahora la escriben ellos, los “ganadores” y revanchistas. La acomodan a su objetivo destructor con persecución política. Su odio y venganza se materializa en justicia perversa, en su justicia totalitaria. Sin sonrojarse indican que no existe persecución política, sino, sólo una “pasión por la justicia”.
El resultado de cuatro meses de gobierno es: Más de lo peor, en medio de una gestión mala, una degradación de valores democráticos y de la política, crecientes. Se ve con claridad, que el MAS y su gobierno son un peligro para la democracia, la convivencia pacífica y civilizada en Bolivia. El guion represor regresó. Sus rabiosos títeres y pichones lo implementan. Son los justicieros de un proyecto político tenebroso que ya se encuentra en plena caída. No aceptan que se convirtieron en un movimiento rural y como se diluye su poder a nivel nacional, su divisa es, por lo tanto: ¡Ahora o nunca, antes que se consolide el poder político anti masista en El Alto y en toda Bolivia! ¡Antes que la verdad se imponga! Intentan tapar las grandes grietas dentro del MAS y así disimular su caída, Para ello, el MAS se vale de un relato de historia, empapada de mentiras, sembrando y legalizando el terror e imponiendo hechos y alentando una confrontación fratricida. Es un cálculo de poder enfermizo.
Están “rectificando lo que se hizo mal” reviviendo al espíritu del Procurador General de Stalin, Andrey Vyshinsky, eliminando la presunción de inocencia, pisoteando la dignidad humana. Es un Déjà vu, la politización de la justicia. Basta con tipificar a sus enemigos políticos de lo que les convenga por medio de su justicia, para que estos terminen siendo “comida de gusanos”. Leopoldo Fernández lo experimentó en carne propia, ahora el trofeo político es la ex presidente Jeanine Áñez junto a varios otros, así violen todo límite de los Derechos Humanos y Convenciones. El sistema judicial podrido del MAS se caracteriza por la disposición de muchos de sus jueces para aceptar cualquier afirmación hecha por la fiscalía corrompida. El sistema judicial es el brazo largo del poder político del MAS. No importa el testimonio de testigos o incluso, pruebas presentadas por abogados defensores. El “Estado prerrogativa” cobra vida propia formalizando y legalizando la venganza justiciera del MAS y puede crecer como un cáncer. Es tiempo para la comunidad internacional de encender todas sus alarmas y de actuar. Aún es tiempo de evitar una confrontación en Bolivia, que ningún demócrata respetuoso de la libertad y los Derechos Humanos, quiere.
Carlos Jahnsen Gutiérrez, PHD, doctorado en Economía.
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