El coronavirus llegó precipitado, sin anuncio alguno y no se tuvo tiempo para cuidados y previsiones ante las urgencias que han significado tanto la cantidad de virus como las urgencias de declarar cuarentenas y adoptar muchas medidas preventivas para evitar casos y muertes. Ningún país pudo planificar y para los pobres y subdesarrollados el problema adquirió mayor magnitud por la carencia de medios financieros, hospitalarios, médicos, medicamentos, etc.
Nunca se pensó que este virus tenga la contundencia y virulencia mostrados en casi la mayoría de los países y que, como flagelo, infirió graves daños a la salud y vida hasta el extremo de no tener la mínima idea sobre cómo y cuándo terminará; entretanto, las vacunas tienden a cumplir la misión humanitaria de evitar más casos y posterior pérdida de vidas; pero, quienes ya han sufrido contagio deberán someterse a estrictos tratamientos para sanar y los más graves tratar de resignarse a lo que venga, un extremo casi imposible de cumplir. Las vacunas tardan y la distribución no es lo óptima que se deseaba, mucho menos abarca a los pobres y hasta los muy mayores de edad viven pendientes sobre cuándo podrán recibir las dos vacunas que precisan; mucho más angustiante es la situación de los que esperan el descubrimiento y producción de algún medicamento que ponga fin al mal.
Vivimos pendientes del arribo de vacunas que, según autoridades de salud, se habría contratado; en todo caso, es importante que la planificación sea llevada a cabo con mucho cuidado para evitar falta de equidad, ecuanimidad y transparencia; que se tenga cuidado en dar preferencia a personas mayores a los 75 años y fijar claramente lugares y horarios a los que se pueda acudir; luego, velar por la atención a mujeres (embarazadas especialmente) y niños. Es preciso evitar que personajes inescrupulosos busquen hacer negocios con partidas de vacunas en complicidad con farmacias y clínicas cuyo personal no siempre puede alabarse por su integridad moral. Las autoridades de salud, conjuntamente efectivos del ejército y de la policía deberán cumplir una misión muy delicada para preservar la salud y vida de la población.
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