Clepsidra
Resulta imposible abstraerse de los penosos acontecimientos que se han sumado a la endemoniada pandemia que nos asola, haciendo cada vez más insoportable y difícil nuestra existencia, tanto como víctimas de un impensado, como sorpresivo contagio, o como víctimas propiciatorias de aquellos politiqueros que intentan sacrificarnos para obtener el favor y protección de sus dioses o jefazos.
Providencialmente, después de un año de padecer la peste china, que nos dejó un tendal de muertos, se vislumbra en el horizonte una serie de vacunas, eficaces o inciertas, pero que nos ofrece al menos, la esperanza de poder combatir el mal.
Sin embargo, será extremadamente difícil curar las cicatrices que este inesperado padecimiento nos ha deparado, como la desavenencia familiar, fruto del encierro casero obligatorio; o el alejamiento ineludible de entrañables amistades, como consecuencia del distanciamiento social forzoso, y que en varias oportunidades nos encaró hasta con el desenlace de la muerte, privándonos la asistencia a una sentida y muy desconsolada despedida.
Asimismo, el fantasma de la crisis económica siempre estuvo presente, como consecuencia del cierre de innúmeras fuentes de trabajo y producción, dejando a su paso miles de desempleados y un incremento desmesurado de la pobreza, daño que recién podremos evaluar, concluida esta calamidad.
Entretanto, no ocurre lo mismo con la endemia política que, coincidente con el Covid19, viene sembrando un clima de desconcierto y consternación en la ciudadanía, sin darnos el chance ni la esperanza de contar con un antídoto o revulsivo a esta situación que enrarece el ambiente, a través de una feroz campaña persecutoria en contra de discrepantes al gobierno de turno, como es el caso de la inusitada aprehensión de la expresidenta Jeaninne Añez; de algunos de sus ministros; de ex autoridades militares y policiales; sin medir las consecuencias que se derivarán de este inaudito suceso, poniendo nuevamente a Bolivia en las primeras planas de la prensa internacional por el torpe, como brutal manejo que se está haciendo de la justicia, especialmente contra la mujer.
Sin disminuir el poder de daño que se persigue contra los opositores políticos al gobierno, quizás baste sólo llevar adelante el proyecto de ley de reformulación presupuestaria para alcaldías y gobernaciones que tienen preparada en la Asamblea Legislativa, para estrangular económicamente a los opositores y así favorecer a los pocos adictos al MAS, como prometieron varias autoridades en sus campañas previas a las elecciones subnacionales como anzuelo de campaña, empero, dudamos que a estas alturas se logre mitigar el enojo de la población que ya ha montado en cólera y, en estas actuales circunstancias, antes de preocuparse de dotarles de barbijo, será mejor dotarles de bozal.
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