Juan de Dios Villarroel
Cuando una persona tiene un accidente, se hace un corte o se quiebra un hueso, se sabe que el dolor no aparecerá en un primer momento, sino que gradualmente llegará y se instalará en un pico constante si no llega a ser atendido. Esa falta de dolor o de sensación para percibir el dolor es por la acción de la adrenalina que aún supera los sentidos y el sistema nervioso para que éstos todavía no reciban una señal real de lo que acaba de suceder en el cuerpo humano.
Esta adrenalina es la misma que está actuando en el MAS, después de haber perdido en forma desastrosa la gestión de Evo Morales, de haber retrocedido muchísimo en su estructura partidaria y ahora, de haber perdido en distintos puntos claves del país en estas elecciones regionales. El MAS aún no ha captado que perdió un miembro o se le rompió la espalda, está corriendo bajo los efectos de la adrenalina que no le permite auto analizarse para medir si se puede seguir avanzando de una manera real. Esta adrenalina puede dar paso a la desesperación que pareciera permitirte todo para volver a la normalidad, es decir permitirte perseguir políticos y activistas en todo el país para recuperar esa estructura partidaria perdida o quizás, por haber hecho malas lecturas en distintas localidades clave, donde la única manera de que puedan ser recompuestas sea por impugnaciones o actividades irregulares en distintos TED o en los mismos padrones biométricos del TSE.
El MAS sabe que su ocaso está llegando, al haber perdido varias figuras elementales como: Eva Copa, Mario Cronembold, Adriana Salvatierra, Manuel Canelas, Romero y Quintana. Son algunos nombres de los que fueron unos monstruos políticos para la estrategia, el manejo territorial y los métodos para lograr resultados políticos de manera progresiva, independientemente de si eran correctos o no. Esa reducida lista de nombres era eficiente en resultados. Hoy entre el equipo de Arce y la estructura del MAS quedan nombres sin proyección, nombres que no tienen el peso para hacer eco a la nueva tanda de políticos de oposición que se alza en el país, pero más que nada, que no le hacen frente a una sociedad que está en una situación crítica económica, que sin dudas no estará tolerando abusos políticos que lleguen a incidir en sus derechos más básicos.
El ingrediente de Evo Morales es quizás la adrenalina que no permite sanar al MAS, que no permite revisar los verdaderos síntomas de un paciente que se está muriendo porque nunca se quiso hacer un chequeo, durante su periodo de auge.
A veces esta misma adrenalina permite hacer peores daños que la misma herida en cuestión, no vaya a ser que desde el MAS se adelanten al capítulo final de una historia que el país está luchando por redactar entre garabatos y párrafos heroicos de civismo.
Juan de Dios Villarroel es Asesor Comunicacional.
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