Esperamos en el país, con diversos sentimientos, la llegada y aplicación de vacunas para evitar más casos y posteriores muertes por causa del virus que, como pandemia, ataca a todo el mundo desde hace un año. La recepción de las diversas partidas contratadas, seguramente está ya programada por las autoridades que deben conocer cómo procederán con el respectivo manipuleo y distribución en todo el país.
De lo que no se tiene conocimiento o información es sobre la urgencia de preparar a la población: en primer lugar, convencerla de que no corre ningún peligro al recibirla; luego, que no ataca a otros órganos del cuerpo y, por último, que no hay peligro de comprometer o agravar otras enfermedades que se tenga; en síntesis, las vacunas son positivas, inofensivas, sanas e indicadas para evitar contagios. Su aplicación no es para personas enfermas con el virus y ni siquiera para quienes tengan indicios del Covid-l9. Son vacunas para quienes están sanos y su aplicación evita, impide contraer el mal. Se debe acudir confiados a los centros o sitios destinados para vacunar conforme a horarios para evitar aglomeraciones.
Lo importante ahora es preparar a la población, instruirla sobre el comportamiento que debe tener, avisarle que no habrá consecuencias y, además, que esté preparada cada persona para recibir la segunda dosis. Hospitales, clínicas, médicos y enfermeras –tal vez utilizando medios de comunicación: prensa, televisión y radio– podrían preparar instructivos cortos y claros sobre los beneficios de las vacunas y la urgencia de no tener prevención alguna. Es importante que la población no tenga dudas o temores, que confíe y tenga seguridad –como lo ocurrido en otros países— sobre la importancia de ser vacunado, de tener esperanzas de que prontamente, según adelantos científicos, habrá medicamentos para curar a los enfermos que no deben ser vacunados sino confiar en los tratamientos que recibe y la certeza de que curarán siempre que cumplan con ellos para evitar que su mal se agrave.
La comunicación veraz, seria y oportuna a la población sobre todo lo inherente a las vacunas, debe ser pronta y por todo medio para evitar susceptibilidades y desconfianzas en momentos en que hay exceso de nerviosismo y preocupación porque a nadie se le ocurrió que la enfermedad sufrida desde hace algo más de un año, causaría tanto sufrimiento, dolores, luto y muertes como ha sido el lamento general de toda la humanidad que ha padecido de encierros con pandemias que tuvieron ligeros intervalos pero sujetos a condiciones difíciles de sobrellevar.
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