Contra viento y marea
Porque vivimos en un país no solo de ricas tradiciones culturales, sino de malaventuradas tradiciones políticas; que, como por ejemplo en la música a veces se imponen unos ritmos con más fuerza que en otras, estos años en la política se ha impuesto el abuso y la corrupción. Y como “sobre mojado llovido” dice el refrán, el escenario se ha complicado con la llegada del Covid-19. Menos mal que la naturaleza ha previsto la generación de anticuerpos para repeler y destruir los ataques del agresivo virus.
En la política trapacera que desde la fundación de la república ha conservado (salvo periodos excepcionales) una misma línea, estos son tiempos de una profundización de esos antivalores, provocando que los anticuerpos que esa proterva manera de administrar el país, sean de acción más rápida que los que produce el organismo para inmunizarse de las infecciones virales.
No es un simple juego de palabras, es la interpretación diáfana de lo que cualquier pensante puede percibir en la acción demoledora del gobierno para ganarse la enemistad de una mayoría del pueblo. Es muy probable y legítima la disensión de esta visión, sobre todo si se considera que el Movimiento Al Socialismo ha demostrado que holgadamente sobrepasa el cincuenta por ciento de la preferencia electoral. Pero es también cierto, no obstante que sigue siendo una importante fuerza política, que el abuso de poder y las metidas de pata en que están incurriendo, los están llevando a una caída en picada de su caudal electoral, apurando el ritmo normal del desgaste que provoca el ejercicio del gobierno.
Aquello de tener que imponer la tesis de que no hubo fraude, es la consigna del gobierno del Movimiento Al Socialismo, para descalificar la asunción de Jeanine Áñez al gobierno. Para llegar a ese fin, si algo que no hay que subestimar del Órgano Ejecutivo y sus brazos operativos encarnados en una bancada parlamentaria tan numerosa como servil, un Órgano Judicial ya de buena trayectoria funcional al partido y un Ministerio Público que de rodillas se rinde ante el poder político, es que tienen una estrategia bien definida, en que no está contemplada ningún escrúpulo ni proximidad con la ética.
Y entonces no hay duda de que el discurso del poder inaugural de nuestros dos mandatarios, no pasó de ser un simple ilusionismo que se disipó en el contaminado ambiente político; aunque en estricto apego al derecho y la razón, no es la reconciliación el argumento que debió priorizar el gobierno para renunciar a los cargos que se le imputan a la ex presidenta, por lo menos los anteriores al ejercicio de su mandato. Por tanto, asunto separado son las responsabilidades de ese periodo (presidencial), por las que no solo debe, sino tiene que responder ante la justicia con el riguroso respeto al fuero que le es inherente.
Las ociosas excusas de haberse “descontextualizado” inconfundibles declaraciones y que son moneda corriente cuando los intereses políticos obligan cambiar de postura, son también ingredientes para una transmutación del electorado; y si no, solo basta dirigir la mirada hacia la ciudad colindante, hacia El Alto, que le ha dado duro revés en los últimos comicios. Pues las pasiones y las ansias violentas de revancha, los intereses de clase y el espíritu de partido, que son el lenguaje de quienes están promoviendo procesos ordinarios y por los tipos penales que se los está haciendo en contra de la ex presidente constitucional, no pasan de burdos ardides que confirman que nuestros gobernantes se unen sólidamente en las empresas de odio y en las gestas de la venganza. El freno de la conciencia y el dique de la ley han desaparecido. No hay más norma que el interés, más moral que la de los lobos, ni más código que el de los buitres.
Los anticuerpos del Covid-19, en algunos casos requieren de asistencia medicinal para su aparición, pero el gobierno no tiene necesidad de recurrir a ningún otro factor que le sea ajeno, porque es capaz de generarlos solos y velozmente. Lo hacen muy bien.
Augusto Vera Riveros, es abogado.
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