Pienso que fuimos muy pocos los que alguna vez en su biblioteca escuchamos al arquitecto Iván Aguilar contar acerca del día que nació The Strongest. Iván Aguilar lo hacía con tanta elocuencia que uno se transportaba a 1908. Él había creado una máquina del tiempo en la Indaburo para que cada cuanto viajáramos a 1908, él destacaba que si algo había en esos chicos que fundaron el club era una unión enorme, había obviamente una ilusión. José, Alberto, Francisco eran los cabecillas. Le pusieron Strong porque querían ser los más fuertes, fuertes ante el tiempo y ante todo lo que vendría, un ocho de abril ellos iniciaron un amor que hasta hoy tiene sus firmas. Pero los tiempos han cambiado, este 8 de abril de 2021 nos tiene divididos por diferentes razones, algunas con razón y otros con tensión. Llegamos al 113 con olor a mala suerte, pero como los gualdinegros somos tercos, le peleamos a la suerte y a la muerte con la misma viveza. Hay una transición dirigencial ocurrida luego de la renuncia de la señora Inés Quispe, tras un acoso irrespetuoso a Henry Salinas y a Don César. Así paso el “clan” como lo llamaron despectivamente. Ese clan que dejó unas luminarias y una piscina hermosa. Antes ya habían hecho mella de Kurt Reintsch y a otros apellidos ilustres gualdinegros. La memoria no funciona, vamos a cumplir doce años este 2021 de la época más gloriosa del club en su historia con campeonatos, subcampeonatos y clasificaciones a Libertadores. Cuando en otras gestiones no se había puesto un ladrillo en doce años se levantaron copas y ladrillos. Pese a eso, el castigo mediático fue cruel. No me sorprende tampoco, porque pocos se acuerdan también que mientras el equipo sufría en la década de los 70’s a falta de títulos y combustible, Don Rafo trataba de levantar ladrillos; igual lo criticaron y ofendieron, estando él ahí, lo golpearon desde la cobardía del anonimato. Pero no declinó nunca, tal vez por eso es nuestro patriarca, él miró al horizonte cuando otros miraban a sus costados para ver que se hacía y no se hacía, como hoy. Siempre nos enorgullecimos de la hinchada stronguista y deberíamos seguir haciéndolo, creamos entre todos algo inigualable y de respeto, ya no solo en el país, sino fuera de él también. Tal vez la pandemia hizo que nos volviéramos un poco desconfiados de nosotros mismos, o solo fue la falta de vernos cara a cara en las tribunas donde verdaderamente nacen los hinchas; no en la play ni en la fiestita del fulanito, el auténtico Tigre se cocinó al sol miraflorino del Siles. Hoy cada uno cree lo que el Facebook dice y hasta lo que no dice, el zoom de unos cuantos cree tener la verdad en un hospicio donde faltan los padres de familia. Hay varios espejos en el país acerca de las hinchadas, esperemos no legar a ninguno de ellos. A Ronald Crespo le piden que resuelva los problemas del país antes que los del Tigre, solo falta que le pidan empleo en una economía a déficit del fútbol boliviano, se piensa que una asamblea puede solucionar todos los problemas cuando solo necesitamos información. El pueblo quiere saber, pero la horda quiere cabezas, ahí está la diferencia también entre los que solo tienen un interés personal antes que un bien común como entidad deportiva. Somos un club deportivo, donde el fútbol es nuestra especialidad historica, pero pareciera que para algunos es el estado plurinacional de donde sacar cosas sin dar nada. La política ahí se metió tristemente.
Crespo confirmo que no va más allá de noviembre que es lo constitucional, pero los fiscalizadores a distancia quieren cuentas en mesa como dueños de una institución que nació como CLUB DEPORTIVO. Están los que estuvieron y ahora porque no están levantan la voz, los que vienen al Siles de vacaciones una vez al año, los que fueron y ya no serán; pero también está el honesto que sabe que la mano viene mal no solo para el Tigre, sino, para todo el fútbol nacional y el país en general.
Elevan posts como si el equipo se estuviera yendo al descenso y cada año es aspirante al título, ofenden al técnico de turno y jugadores por todo y por nada, cuando la cultura táctica de fútbol en el país es casi nula. La derrota se ha convertido en una maldición cuando en otros años era donde más tigres nos hacíamos, los niños no les creen a sus padres, les ofende que piensen que no piensan.
El fútbol también ha cambiado, nos hemos olvidado que esto es un espectáculo también y no es una cuestión de estado cuando se falla un penal. Nos hemos olvidado de abrazarnos en las tribunas porque el SEDES ya no quiere, pero algún día ese contacto por ahí nos devolverá a nuestra genética, esa que promulga Pablo de no desistir, nos acordaremos también que un Tigre ayuda a otro Tigre y que seremos primeros…como la primera vez.
Marcelo de la Cruz,
periodista