Es necesario corregir las distorsiones de la economía

Cuando los medios tocamos los caminos de la economía, siempre se cree que alteramos la realidad; pero, lo cierto es que nuestra economía se desliza por pendientes muy inclinadas y, como no siempre se quiere encarar la realidad, inclusive porque se vive en el campo del “dejar hacer y dejar pasar”, política, camino, sistema o grave error al que no se debería recurrir. Vivimos una crisis que es preciso encarar y emprender los caminos del buen tino, la prudencia y, sobre todo, la austeridad; de otro modo, habrá consecuencias deplorables no solo para la administración fiscal sino para toda la colectividad.

Es preciso reconocer que los ajustes económico-financieros se han acumulado a través de los años, durante los cuales ni los directos responsables ni quienes debían mantenerse en planos de rígida austeridad se preocuparon por mantener la economía saludable; al contrario, parecería que han creído que el despilfarro y los gastos festinatorios serán “métodos alegres y precisos para encarar cualquier crisis”; pero, pese a lo que se veía venir, seguimos en planos irresponsables, hasta el extremo de permitir que la corrupción ataque severamente. Nadie puede negar que hubo descontrol en los gastos de la administración, derroches, dispendios, instalación de “fábricas o entidades de producción” que han fracasado completamente; han menudeado los excesos en la contratación de créditos, tanto blandos como comerciales a corto plazo y con altos intereses. Se ha llegado al extremo de utilizar parte de las Reservas Internacionales Netas que no han sido cubiertas siquiera medianamente con lo que se podía, con producción de exportaciones y, para mostrar buena posición, se ha utilizado créditos extranjeros que, por supuesto, no sirvieron. La consecuencia del manejo discrecional es que no fueron creadas fuentes productivas con los créditos, que fueron insumidos por los gastos, emprendiendo una marcha acelerada hacia el deterioro monetario.

Hay que advertir que, si el gobierno no está empeñado en estudiar las mejores medidas a ser adoptadas y cuyos alcances son imprevisibles, tiene que haber un trabajo conjunto con el sector privado y con las entidades internacionales, como el FMI, que podrían coadyuvar a encontrar los mejores remedios para la situación que, de no tener freno, podría desencadenar una crisis de graves consecuencias.