Dice el libro de Proverbios 6:16-19: Seis cosas hay que odia el Señor, y siete son abominación para Él: ojos soberbios, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, un corazón que maquina planes perversos, pies que corren rápidamente hacia el mal, un testigo falso que dice mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.
Mentir todos los días a nivel profesional no debe ser fácil, pues el engaño recurrente también pasa factura al cuerpo humano y ni qué decir en lo que se refiere a la salud mental. La profesora de la Universidad de Notre Dame (Indiana), Anita Kelly, concluía en sus estudios sobre las consecuencias psicosomáticas de decir falsedades, que la mentira como hábito traía consigo síntomas perfectamente medibles y, por ende, estudiables, como ser: dolor de cabeza, problemas de garganta, estrés y tristeza. Estos son los efectos para la salud, tanto física como mental, como consecuencia de no decir la verdad, concluía el estudio de la profesora Kelly.
¿A qué va todo esto?, en la última década el Movimiento al Socialismo ha tratado de ahogar a la sociedad boliviana bajo un mar de mentiras y engaños, no existe un solo ámbito dentro del quehacer del país que no haya sido tocado por las mentiras del partido de gobierno, para ello utilizan una especie de «alfiles del engaño», los cuales se mueven hábilmente en todos los medios de comunicación propagando el manto oscuro del engaño, con todas las consecuencias que esto conlleva.
J.R.R. Tolkien en su magistral obra «El Señor de los Anillos” retrataba la imagen del mentiroso y a la vez hábil embaucador (por su versatilidad en el uso de las palabras) en “Grima, lengua de serpiente”, la mentira toca tanto al personaje que su alma queda atada para siempre a la oscuridad y no solo eso, también lo esclaviza y lo ata por siempre a los pies del dueño de la mentira, pues no miente para beneficio propio, miente para beneficiar a otros. Es decir que se convierte en un vocero del engaño, habla para propagar falsedades ajenas y defenderlas hasta la muerte. Se vuelve miserable ante tanta falacia, al final en un arranque de impotencia apuñala por la espalda a su “amo y señor” para después morir.
No debe ser fácil ser heraldos del engaño, pues la mentira pasa factura al corazón y al alma, enceguece la razón y quebranta la paz. Tanto presentadores de televisión, como algunos periodistas todavía están a tiempo para dar marcha atrás y conservar su alma intacta, ¿vale la pena engañar a todo un país con noticias falsas a cambio de 30 monedas de plata?, ¿vale más el oro que la calma y la paz? Otros, en cambio, ya no tienen solución, la mentira ha carcomido su alma y quebrantado su sano juicio, es decir, ya eligieron su destino.
Engañar a diario a toda una nación no debe ser un trabajo sencillo, pues en cada mentira se les va un pedazo del alma y un trozo de paz, hasta que al final ya no les queda nada, ni oro ni calma y ni siquiera la mentira misma.
Marcelo Miranda Loayza, Teólogo y Bloguero.
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