Una de mis hijas, como obsequio por el Día del Padre, me hizo llegar el libro cuyo título no es otro que el del presente artículo. En este sentido, me introduje en la lectura de la obra de Mario Vargas Llosa; quien efectuó sucesivos análisis en torno al admirable escritor argentino y, cuál fácil rompecabezas, lúdicamente arma sobre comentarios que publicó a partir de 1981 hasta 2018, y relee capítulos de la obra borgiana, a fin de redondear criterios y trazar no sólo el perfil de Jorge Luis, si no la silueta de su producción como poeta, cuentista y ensayista. La primera edición del libro salió en abril de 2020, en plena cuarentena, bajo el sello de Alfaguara.
En la entrevista inicial que recoge el autor, declara Borges que si tuviera que elegir a un solo autor francés y descartar a todos los demás, aunque no admite razones fundadas para este obligado tamiz, reconoce que escogería a Gustavo Flaubert.
Ante la pregunta acerca de cuál de los géneros que cultivó es de su preferencia, contesta que en realidad él sólo publicó poesía en prosa. Muy cierta esta aseveración, ya que la impronta de alta distinción que caracteriza a las expresiones borgianas conforma una indiscutible obra poética, al igual que se diría de Flaubert, agrego a cuenta y riesgo propio.
El entrevistador Mario Vargas Llosa más adelante se informa de que la persona que más impresionó en la vida a Jorge Luis, fue su madre; y relata que, después del fallecimiento de Leonor Acevedo Suárez (1975), impositiva protectora del vástago, dispuso él que en el modesto departamento que ocupaba en Buenos Aires se mantuviera intacto el dormitorio que dejó, incluso con un vestido lila sobre su cama. ¡Qué hermosa actitud filial!
Merced al contenido de esta obra, los lectores lograrán conocer algunos pasajes de la existencia de Jorge Luis, su carácter, creencias, fobias y reacciones ante los desafíos que toda vida humana entraña; aunque otra información biográfica adicional, necesaria por cierto, la tomé de diferentes fuentes bibliográficas.
Bajo la forma de confidencia, Vargas Llosa escribe: “He sido bastante inconstante con mis pasiones literarias de adolescencia, muchos de los que fueron mis modelos ahora se me caen de las manos cuando intento releerlos, entre ellos el propio Sartre. Pero, en cambio, Borges, esa pasión secreta y pecadora, nunca se desdibujó”. En el mismo párrafo sostiene que al releer volvió a maravillarse, debido a la elegancia y limpieza de la prosa. Y de modo rotundo afirma: “una prosa que se paladea, palabra a palabra, como un manjar”. A raíz de su creciente ceguera, Borges se consideró un sedentario rodeado de libros y, pasada más de media vida, desde sus 55 años de edad quedó incapacitado para valerse por sí mismo, por causa de una enfermedad congénita que años antes afectó a su progenitor. En una oportunidad manifestó que daría cualquier cosa por recuperar la vista y que, igual, no saldría de su departamento. “Muchas cosas he leído y pocas he vivido”, fue su dolorosa conclusión. (Continuará).
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |