Aún recuerdo mi emoción adolescente con el estreno de “Carmina Burana” en el Teatro Municipal, bajo el entusiasmo del profesor Wolfgang Kudrass, los mejores solistas del país, los músicos selectos, las voces más cálidas, el coro infantil. Era la época de oro de la Orquesta Sinfónica Nacional y de las entidades estatales destinadas a fomentar la estética, la armonía, el goce del arte.
El último episodio con la cantante lírica Rosana Piza es sólo el más tragicómico, pero no el único. Ella, amable y de bonita voz, es contadora general y diplomada en estudios militares (quizá de ahí su afán de volver al mar), pero no respetó la modernización lograda por David Händel ni las mejoras que consiguieron otros directores. El video que ha estremecido las redes sociales es para reír y para llorar...
Desde 2006, las fundaciones públicas, los museos estatales, las escuelas oficiales de teatro, de ballet, de artes plásticas entraron en un tobogán de miseria, ideologización, cursilería, desprestigio y tráfico de influencias. Nada de lo fundado el siglo pasado sigue de pie.
Sin embargo, para los paceños, el deterioro de la estructura institucional cultural nacional (ahora al mando de una mujer que ni idea tiene de gestión cultural) no fue de impacto negativo porque la oficialía/secretaría de cultura(s) del gobierno municipal mantuvo una agenda diversa, intensa, de oferta para todos los públicos y ¡sobre todo! de respeto al libre pensamiento y a la libertad de creación y de expresión.
La Paz fue la vanguardia cultural de los municipios bolivianos desde la gestión de Juan del Granado. El salto fue cualitativo y cuantitativo porque el gobierno municipal dio las suficientes bases financieras y logísticas para conseguir las metas. Siempre será poco, si comparamos con lo que reciben las oficinas culturales en Colombia, en España o en Alemania. Aun así, lo conseguido es alentador.
Paulo Groux fue un incansable promotor de actividades dentro y fuera de los escenarios, con grandes iniciativas y novedades. Teatros llenos, festivales, auspicios, conciertos al aire libre ocupaban todos los días. Era el momento en que también estaban en su esplendor galerías de arte privadas, fundaciones como el Espacio Patiño, la Alianza Francesa, el Goethe Institut, el Centro Brasileño Boliviano... una amplísima cartelera.
También el aporte de Walter Gómez fue meritorio con su experiencia de alentar y mantener por años el prestigioso festival internacional de jazz. Gómez mantuvo un equipo apasionado por la cultura, disciplinado y atento; jóvenes formados en el amor a lo culto.
Andrés Zaratti fue más allá promoviendo las leyes que protegen al artista, como no sucede en el resto del país. Era imposible asistir a tantos eventos con una programación en escenarios centrales o periféricos; la cada vez más larga y extendida Noche de Museos; los encuentros culturales familiares dominicales; las ferias, los concursos. Siete días a la semana y a toda hora, los habitantes de La Paz podían beber cultura, belleza, música, exposiciones, performances, conciertos.
Los regímenes más recordados son los que más alientan la cultura desde la época de Pericles, las bibliotecas de Ptolomeo o las artes plásticas durante los Medici. La cultura y las bibliotecas salvaron a Medellín del hundimiento social colectivo. Berlín no perdió la dignidad porque alentó desde los escombros los conciertos y las academias.
Ante el desastre del nivel nacional, los artistas han solicitado públicamente que se respete lo avanzado y la institucionalidad lograda en el Gamlp. Sumo mi voz de espectadora a esa solicitud. Preservar y avanzar en vez de destruir y de improvisar. Será la gran prueba para el futuro alcalde Iván Arias.
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