Vacunas, ¿manejo irresponsable?

Cuando se anunció que el país suscribiría contratos para el logro de vacunas con miras a combatir al coronavirus, a nadie se le ocurrió pensar que la pandemia permanente del país, que es la corrupción, atacaría para conseguir que parte de los precios “pase a bolsillos de delincuentes que en todo y por todo le insumen al país”; jamás se supuso siquiera que hubiesen conciencias que negocien con la salud del pueblo, sin importar las víctimas que causa el virus; a nadie le pasó por la mente cobrar comisiones y “sobrefacturaciones” y cuotas especiales por lo que salvaría miles de vidas, si las vacunas son colocadas oportunamente a quienes están sanos y precisan, como prevención, ser vacunados. Esos individuos se prestaron a todo y “ganaron su plata”, por sinvergüenzas y ladrones.

Las vacunas ahora deben recorrer largos caminos para llegar a sus destinatarios, porque no llegarían por los caminos honestos y menos por los que sean fruto de la responsabilidad funcionaria y sufren extravíos hasta que, en algunos casos, son revendidos a otros países con la percepción de más dinero. Triste y vergonzosa la situación en la que vivimos, prácticamente en manos de la corrupción y parece que no hay autoridad que ponga coto o freno al latrocinio y habrá que calcular mayores costos, caminos más largos para llegar a su destino, que es el pueblo.

El gobierno, con seguridad consciente de su trabajo y larga experiencia de haber combatido a la corrupción, no puede ni debe utilizar el “dejar hacer y dejar pasar” para que malos funcionarios negocien con la salud y vida de la población, disponiendo festinatoriamente de lotes de vacunas con las que logran pingües ganancias; debe controlar el cumplimiento de contratos con proveedores, los medios de transporte, su arribo a destino y su distribución para que llegue al público; con seguridad que cualquier descuido será aprovechado por quienes no poseen principios ni cumplen normas y roban con tal de aumentar el caudal de fortunas.