Bolivia tiene la obligación ineludible de cubrir las amortizaciones e intereses ante organismos financieros internacionales, por la deuda externa que sobrepasa los 11 millones de dólares. La suma que debe sufragar, anualmente, bordea los 800 millones de dólares. Increíble, pero cierto.
Entretanto la ciudadanía confronta la permanente subida del costo de vida. Lo propio ocurre con la canasta familiar. No hay dinero que aguante, ante la escalada de precios. Posiblemente quienes practican política, a tiempo completo, no advierten esa realidad. Es que perciben jugosos y envidiables haberes mensuales.
Para el colmo de males hay gente que se empeña por avivar las pugnas intestinas. Sin tomar en cuenta esa situación muy difícil, en lo económico, para los segmentos desfavorecidos, en particular. En ese entendido, aquéllos que se precian de ser aliados de estos, deberían deponer sus actitudes mezquinas, que no hacen otra cosa que contribuir al retroceso, en Democracia. Deberían priorizar, sobre todo, la unidad nacional y la paz social, con miras a construir un mundo más llevadero. De otro modo, todos saldremos perdiendo.
El país exige, en esta hora decisiva para el futuro de los bolivianos y bolivianas, la fusión de esfuerzos, inquietudes e iniciativas, que permitan lograr desarrollo, con bienestar social, en tiempo de las vacas flacas. En bonanza se hizo poco, o nada, por ese enunciado. En este contexto, se debería llevar a cabo el encuentro, con propuestas claras, reales y viables, de privados y públicos, en la búsqueda de la reactivación económica, con empleo. Y lo antes posible. Que de tan esperado acontecimiento surja la decisión de trabajo, consensuada, en busca de un destino mejor. O se logre, por lo menos, puntos de coincidencia, como signos de entendimiento.
El cierre de muchas empresas en el país, durante la pasada gestión, fue resultado de la rígida cuarentena, asumida para evitar la propagación del coronavirus. En defensa de la vida, la salud y el bienestar. Ibo Blazicevic, presidente de la Cámara Nacional de Industria, sostuvo que una empresa por día cerró, en su sector, debido a la pandemia. Ello implicó, quiérase o no, el despido de numerosos trabajadores. “Muchas empresas tuvieron que reducir su personal”, ratificó el presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, Luis Barbery (EL DIARIO, 21 de diciembre de 2020).
Cuba, socialista de larga data, ha decidido abrir todas las actividades económicas al grupo privado. Confronta, ciertamente, serios problemas, de carácter financiero, a raíz del virus chino, como muchos países. Además, una escasez de alimentos que abruma a su población. Pero ahí está la medida gubernamental, que estimulará, en adelante, a los emprendedores.
En Bolivia, el maximalismo intenta aislar, de la agenda del quehacer nacional, a los empresarios, quienes reiteraron, en más de una ocasión, su predisposición para trabajar por la reactivación económica, pero que no fueron escuchados ni convocados por las autoridades nacionales.
En suma: es momento de arriar banderas políticas y recargar las pilas por la salvación nacional. El futuro de la Patria está en nuestras manos.
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