Cuidados infantiles
Por Marisol Guisasola
La mayor parte de la exposición al sol se produce antes de los 20 años de edad. Proteger la vulnerable piel infantil supone reducir el riesgo futuro de cáncer de piel.
Las quemaduras son habituales en los meses de calor, y pueden ser la causa de la aparición de melanomas en la edad adulta. Por eso recomendamos prevenirlo siguiendo algunas sencillas medidas de protección.
Aunque los niños con piel clara tienen más probabilidades de quemarse al sol, los de piel morena no están libres de riesgos. Lo que pocas madres saben es que las quemaduras de sol en la infancia son la causa de gran parte de los cánceres de piel (melanoma maligno, carcinoma de células basales, carcinoma de células escamosas...) y señales del envejecimiento en la edad adulta.
Consejos para evitar la radiación ultravioleta
No es necesario quemarse mucho: apenas una o dos ampollas son suficientes para que el riesgo de cáncer aumente de forma significativa. “Culpables” de las quemaduras: los rayos ultravioletas (tanto los UVA como los UVB). Como consejo general, todos los niños, y de cualquier edad, deberían evitar el sol en las horas de mayor intensidad (entre las 11 de la mañana y las 4 de la tarde), cuando se produce el 70% de la radiación ultravioleta.
Además, conviene seguir de forma general estos consejos:
Deben llevar una crema con un factor de protección solar de al menos 15. Eso significa que el tiempo que tardará en quemarse es al menos 15 veces mayor que el que tardaría si no llevara la crema.
Debe ser una protección de amplio espectro, lo que significa que bloquea tanto los UVA como los UVB. Las lociones que bloquean los rayos UVA más peligrosos con dióxido de titanio dejan una capa blanca en la piel, pero esto no molesta a los niños. Conviene evitar las lociones que contienen PABA (ácido p-aminobenzoico). El PABA produce alergias frecuentes, y mancha la ropa de forma indeleble. El octilmetoxicinamato, el protector de rayos UVB que se usa para niños, no produce alergias.
Recuerda que debes aplicar la crema o loción 30 minutos antes de la exposición al sol y, luego, cada dos horas y después de cada baño (aunque el prospecto diga que el producto es resistente al agua).
Cubre siempre a bebés y niños con camisetas y sombreros. Si el niño es mayorcito, déjale que escoja su propia gorra (así la mantendrá puesta más tiempo).
Anima al niño a bañarse con la camiseta: el agua refleja los rayos más concentrados. Las tiendas de deporte venden bañadores de cuerpo entero que ofrecen mayor protección.
No olvides que la piel del recién nacido es extremadamente sensible. Hasta hace poco, los pediatras recomendaban evitar las cremas solares hasta que el bebé cumpliera seis meses. Ahora, varios estudios han descartado efectos nocivos en bebés, por lo que se permite su uso en pequeñas cantidades. Incluso con ellas, los bebés deben estar siempre protegidos del sol.
Lo mejor es vestir al bebé con una prenda de algodón tupida, pero fresca y clara. Los colores claros reflejan los rayos del sol y evitan que el niño pase calor.
Cubre su cochecito con una capota o sombrilla o ponle un sombrero.
A veces puede ocurrir que el niño se queme a pesar de tomar precauciones, o por otras circunstancias. Si eso ocurre, se deben seguir estas recomendaciones:
Aplícale paños húmedos en la zona quemada.
Si tiene más de cinco años, aplícale paquetes de verdura congelada (siempre envueltos en un paño) sobre la zona enrojecida.
El bicarbonato de soda diluido en agua o las cremas de aloe vera refrescan la piel y calman las quemaduras.
Las cremas con un pequeño porcentaje de hidrocortisona (de 0,5% a 1%) reducen el dolor y contribuyen a la curación.
Si el niño se ha quemado más del 10% del cuerpo, si tiene signos de deshidratación (piel y labios secos, confusión, letargo...), le han salido muchas ampollas, tiene fiebre o se queja de dolor, no dudes en llamar al médico.