Continuando con el comentario sobre el libro 1984, de George Orwell, en esta oportunidad me referiré al increíble control que ejerce un gobierno totalmente autoritario, que aún se inmiscuye en la vida privada de sus ciudadanos. Orwell relata la persecución que realiza El Gran Hermano y sus mecanismos de vigilancia sobre Winston.
Cierta mañana, cuando iba a los baños, vio a una joven a quien había visto días antes, ahora tenía entablillado su brazo derecho. En esta ocasión ella sufrió un traspiés y él se acercó para ayudarla, ella aprovechó la ocasión para entregarle un papel que tenía algo escrito. Como parte de su trabajo, revisaba otros papeles y aprovechó ese momento para leer lo que le dio la joven, decía: te quiero, lo cual lo dejó desconcertado.
En la hora del almuerzo, en la cantina, la vio acompañada de dos compañeras, así que no pudo acercarse a ella. En la noche, pensó en ella y la imaginó desnuda. Después de varios días en la cantina, logró concertar una cita, el lugar, la Plaza de la Victoria, allí rápidamente, ella le sugiere para el fin de semana otro sitio mucho más discreto en el campo. Allí en el momento que recogía unas flores, una mano se posó sobre su hombro.
Cuando ella finalmente se entregó, él le confiesa que era casado, pero ella le dijo que nada de eso importa. Su nombre era Julia. Le comenta que fue jefe de la Sección de la Liga Juvenil Anti-Sex. Pensó que no había emoción que fuera pura, porque estaba intoxicada de miedo y odio.
Con todos sus encuentros ambos estaban infringiendo las normas del Partido, pero el amor es así.
Después de unos meses de haber vivido furtivamente ese amor, consiguen un sitio donde había una cama y confidencialidad. Era la tienda del señor Carrington, la habitación era como un paraíso para ellos. Pero, cometen el error de solicitar su ingreso a la Hermandad, contraria al Gran Hermano. A partir de ese momento, O´Brien, supuesto miembro de ella, a quien le informan sobre su escondite, los delata y la felicidad se acaba.
En el mundo exterior a ese refugio que se habían conseguido era de los "proles". los cuales se suponía eran protegidos por el Gran Hermano, pero, fuera del partido, todo era hambre, miseria, un mundo falso, todo el mundo vivía de "raciones", hasta de una mísera tableta de chocolate o de una cajetilla de cigarrillos.
Estando en esas reflexiones, Winston dice nosotros somos los muertos.
- Nosotros somos muertos, repite Julia casi a coro con él.
- En efecto, los muertos son ustedes, repite una dura voz tras de ellos.
Prosiguió la voz, los observamos, permanezcan en el centro de la habitación.
A poco fueron detenidos por corpulentos hombres, la felicidad se les había acabado.
Siguió a todo esto un largo proceso de castigos y torturas. Winston fue totalmente doblegado, lo debilitaron completamente por falta de comida y su cuerpo quedó deformado.
El diálogo siguiente revela la incongruencia de todo. ¿Sabes dónde te encentras, Winston? Supongo que en el Ministerio del Amor. ¿Sabes qué tiempo has permanecido aquí? No lo sé. Quizás días, semanas, meses ...
Esta es la realidad que nos enseña Orwell de países que viven en el mundo socialista, un ejemplo clásico: Cuba, donde sobreviven con base en una libreta de racionamiento de alimentos.
Para concluir, esperemos que el modelo socialista que inicia su tarea en el país, no nos conduzca a extremos parecidos.
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