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¿Escuela de padres o escuela de la vida?

Wilma Flores Ortega

La existencia del ser humano transcurre en el llamado ciclo de vida, definida así por la escuela, se desarrolla, como lo dijeron básicamente, al nacer, crecer, reproducirnos y morir. La etapa de la reproducción en muchas culturas tiende a ser un tema tabú, sin embargo cualquiera sea la cultura en la que nos desenvolvemos, termina uno siendo progenitor, o padre en el lenguaje coloquial. Seamos padres o madres, es un reto al que uno se enfrenta.

La tarea más desafiante a la que el ser humano se enfrenta, sin saberlo, ya desde jóvenes, es ser padre. Todo oficio o tarea es aprendida por el ser humano en un taller, un curso, la escuela o una institución superior, de manera formal, pero, ¿acaso existe una escuela de padres que nos enseñe a serlo? Y además pensamos tener éxito en ello.

Los años de experiencia trabajando, con jóvenes de secundaria, me mostró al desnudo las debilidades y fortalezas de cada mundo infinito, como son las familias. La labor colosal de ser padre o ver este privilegio durante mucho tiempo, sin afán de criticarlo, me mostró que no existe una receta exacta para ser buenos padres. No hay escuela de padres que enseñe reglas, normas, que los ayuden a formar personas íntegras, en todo el sentido de la palabra, pues parece que el ser padre es la reproducción de experiencias que nuestros progenitores tuvieron, y cual círculo vicioso los reproducimos, tristemente las buenas y malas experiencias que tuvimos en el hogar.

Los jóvenes que conviven en el colegio son el reflejo fiel del entorno familiar. Al igual que con un espejo podemos ver las deficiencias y buenas costumbres que los padres inculcaron en sus hijos, por ello la vida misma enseña, paso a paso, esto se aprende en el camino, en el diario vivir.

Sin embargo, los padres pueden contribuir a la formación de la personalidad de sus hijos, ya desde el vientre de su madre; deben hacer lo posible por darles alimento, techo y abrigo. Pero eso no basta, también deben enseñarles a amar e imitar sus buenas acciones. Cuando los padres son un buen ejemplo, eso tiene una profunda influencia en los hijos. Una educación basada en valores y principios puede moldear positivamente su forma de pensar y actuar.

Los hijos necesitan que los animen y los feliciten por sus buenas acciones. A veces también es preciso disciplinarlos y corregirlos, pues así se evitará que hagan cosas que los perjudiquen. Con todo, la disciplina nunca debe ser dura, ni cruel, pues no queremos descorazonar a los hijos y dejarles huellas profundas en su autoestima.

El privilegio de ser padre es también una responsabilidad y los padres agradecerían muchísimo si apareciera una escuela de padres, que les enseñe a tener éxito en esta tarea bendita.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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