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Destacado pianista haciendo de las suyas en tierras germanas

Daniel Álvarez Veizaga



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El invitado de turno es un talentoso compositor y pianista orureño, máster en música, quien inició sus estudios en la Escuela de Música ‘María Luisa Luzio’ en Oruro, luego, gracias a una beca y al premio ‘Fanny Salgueiro’ pudo trasladarse a La Paz, donde estudió en el Conservatorio Nacional con las maestras Sarah Ismael y Grace Rodríguez. Finalizó sus estudios de Licenciatura en la Universidad Nacional de las Artes (UNA) en Buenos Aires donde fue pupilo del concertista Aldo Antognazzi y la compositora Elena Larionow. Actualmente reside en Karlsruhe, Alemania, donde finalizó sus estudios y desempeña como exitoso concertista. De forma exclusiva conocemos más de este exitoso músico nacional, hoy en Cvltvral.

¿Qué frase de la literatura universal te identifica a pleno?

Hermann Hesse en una novela, no muy conocida suya, El Juego de los Abalorios, tiene una frase que me acompañó durante un buen tiempo: ‘Recuérdalo; se puede ser un lógico estricto o un gramático y, al mismo tiempo, estar colmado de fantasía y de música. Se puede ser músico o jugador de abalorios y, contemporáneamente, estar entregado por entero a la ley y a la regla’.

¿Cuándo descubriste la música y tu amor por ella?

En mi niñez junto a mi hermano menor y algunos amigos del vecindario, jugábamos inventando historias larguísimas, como muchos otros niños y muchas veces mi rol era improvisar una banda sonora en un teclado pequeño de cinco octavas que teníamos. Esa alquimia de mezclar unos sonidos con otros era algo muy sagrado para mí y rápidamente se convirtió en la prioridad máxima en mi vida.

¿Tu primer instrumento

ha sido un piano?

No, antes tuve contacto con un charango y una guitarra que había en mi casa, pero no llegué más que a aprender algunos acordes con la ayuda empírica de mis padres; empecé a estudiar piano a los nueve años, de forma ‘oficial’.

¿Qué efecto tiene en tu alma la música?

La memoria, el tiempo y el pasado son dimensiones donde la música se va configurando en nosotros. Me gusta pensar en la palabra ‘recordar’, etimológicamente, volver a pasar con el corazón. Cuerda y corazón parecen venir de la misma raíz, en algunas lenguas aprender algo de memoria se dice aprender de corazón... y está Mnemosine, la personificación griega de la memoria y madre de todas las musas… por lo tanto, siento un respeto e incluso algo místico cada vez que resuena una cuerda.

¿Quiénes han sido tus grandes maestros?

Creo que los maestros son los compositores, ellos a lo largo del tiempo han expresado sus ideas, conflictos, la vida misma con música. Desentrañar esa fantasía es un camino absolutamente grato. A nivel más personal tuve la suerte de cruzarme con grandes maestros y personas, cada uno me aportó algo muy importante en distintas etapas de mi aprendizaje. En Bolivia, las maestras de piano, Sarah Ismael y Grace Rodríguez; en Argentina el concertista y pedagogo Aldo Antognazzi y la compositora Elena Larionow y en Alemania una persona y músico extraordinario Kalle Randalu.

De los muchos teatros alrededor del mundo donde has dado conciertos, ¿cuál es el que más te ha sorprendido?

Una de las primeras veces que toqué como solista con orquesta en el Centro Sinfónico junto a David Handel, el año 2009, la Fantasía Coral op. 80 de L. v. Beethoven fue una experiencia muy importante que me ayudó a decidirme seguir por este camino. Disfruté mucho de esa experiencia.

¿Cuáles son las composiciones que han

calado más hondo en ti?

Siento que todas mis composiciones guardan un momento de mi vida, pero creo que una de las que más me costó entender fueron las ‘Variaciones y Fuga Sobre un Tema’ para piano, porque a medida que se iba gestando me fui dando cuenta que en realidad estaba escribiendo una elegía y homenaje póstumo a mi hermano menor, fallecido el 2006.

¿Qué premios tienes en tu haber a lo largo de tu carrera?

Los premios más significativos fueron en el ‘II Concurso Internacional Festival de Pianistas’ en Argentina y el año pasado un premio de la Fundación Cultural del Banco Nacional de Bolivia en el concurso ‘Ideas Creativas’. Sin embargo, cada vez que un músico decide tocar una obra mía es un premio y privilegio para mí.

¿Cómo se da tu partida a Alemania, tu lugar

actual de residencia?

En la etapa de mis estudios en Buenos Aires tomé un curso los fines de semana para aprender el idioma alemán, porque mi meta era perfeccionarme en Alemania, felizmente se dio gracias a una beca para hacer un master en ese país. Recuerdo que me pedían grabar un programa de concierto de 50 minutos sin cortes ni edición y no podía encontrar un piano de cola para realizar la grabación, felizmente el Teatro “Municipal Alberto Saavedra Pérez” me abrió las puertas para ello, por lo cual estoy siempre muy agradecido.

¿Cuántos trabajos de estudio

has grabado como principal?

Últimamente he estado grabando música para piano del siglo XXI, entre ellas obras de T. Takemitsu, O. Messiaen y parte de una suite del compositor boliviano Gastón Arce Sejas ‘Meditaciones Sobre el Sagrado Amor’. También he estado ocupándome de grabar mis composiciones, el último trabajo que hice fue junto a la vientista Carla Dérpic que pronto estará disponible en las principales plataformas de música.

¿Qué buscas expresar

en tus composiciones?

Pienso que expresar algo es una consecuencia y no una búsqueda poética en sí misma. Muchas veces uno tiene una idea y los procesos para llevar a cabo el despliegue de esta idea son un camino por donde yo espero, de forma quijotesca quizá, estar junto al intérprete u oyente. Obviamente existen lugares comunes, de manera más superficial donde más o menos todos podemos entendernos, por ejemplo, algún pasaje tétrico, o algún símbolo musical con una carga cultural, por ejemplo, el ‘Crux Fidelis’. Sin embargo, hablar de significado en la música es un tema muy complicado que me apasiona desde hace años.

¿Qué proyectos tienes para los venideros meses

en que parece que por fin la pandemia reculará en serio?

Espero finalmente volver a tener actividades como pianista, con público presente. En este tiempo he estado centrándome en la composición, por lo tanto también tengo algunos proyectos con composiciones propias tanto en Alemania, Inglaterra y Bolivia. Uno de los retos más emocionantes que tengo para este año es la grabación de un álbum de canciones en idiomas originarios para tenor y piano, compuestos especialmente para este proyecto. Si la situación mejora, estaré tocando en Santa Cruz un recital de piano y también formaré parte del ‘Ensamble de Música Contemporánea siglo XXI’ en el marco del Festival Boliviano de Música que se llevará a cabo de 11 al 18 de julio.

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