La práctica del nepotismo no solo se da en nuestro país, sino en casi la mayoría de naciones cuyos funcionarios de gobierno creen que están obligados a proveer de cargos a sus familiares, desestimando la buena labor de muchos funcionarios antiguos, debidamente preparados, honestos y responsables, que son desplazados porque “hay que colocar a los elegidos” por el superior. El nepotismo es totalmente perjudicial porque, de entrada, provoca la animadversión hacia quien dispone su práctica. Provoca las críticas y resentimientos de personas consideradas muy calificadas y responsables, necesarias donde prestan servicios por mucho tiempo; pero al ministro, o a cualesquiera de los jefes, “se le ocurrió colocar a tal o cual pariente o amigo”, así no posea la idoneidad, capacidad profesional, experiencia y méritos para ser empleado público.
Muchas veces se llega a crear “cargos o puestos” para esos favorecidos, son creadas partidas presupuestarias y condiciones ajenas a las funciones encomendadas y que pocas veces se sabe cuáles son. No se puede negar que, empezando por el presidente y ministros de Estado, es necesario que cuenten con colaboradores dignos de toda confianza y de cuya capacidad no se puede dudar; pero no siempre los parientes y amigos reúnen las condiciones necesarias para un cargo y menos para los trabajos que se les encomienda.
Muchas veces se exonera a funcionarios muy probos, personas de mucho criterio y responsabilidad, que poseen mucha experiencia y han trabajado sin fijarse en quién o quiénes son los responsables y se los cambia hasta por individuos que, muy poco después, dejan el trabajo encomendado que, a su vez, es ocupado por campeones de la ineficiencia. El nepotismo ha sido práctica frecuente en nuestro país, inclusive en funciones diplomáticas y los designados han desempeñado papeles muy poco o nada eficientes, perjudicando al país y en reemplazo de quienes sí han demostrado ser dignos de la carrera profesional, que en diplomacia debería ser imprescindible.
El actual gobierno, por propio prestigio y responsabilidad, debería evitar el nepotismo que casi siempre le acarreará problemas y provocará serios perjuicios al país, porque los designados a dedo, tan solo por favoritismos, no encajan y menos cumplen las labores encomendadas que deben merecer consideración y respeto de propios y extraños.
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