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[Rolando Coteja]

La ciudad que soñamos


Para todos los Estados del mundo, la cuestión urbana se ha convertido en una preocupación de primer orden, algo que seguramente no ocurría en los siglos pasados, cuando muchas de las personas vivían en el campo. Más de la mitad de los seres humanos vive hoy en zonas urbanas, se indica que, en el año 2050, esta cifra aumentará a 6.500 millones de personas, es decir, las personas que viven en las ciudades llegarán a dos tercios de la población mundial.

Según los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el objetivo 11 sobre ciudades y comunidades sostenibles refiere que “el rápido crecimiento de las urbes en el mundo en desarrollo --como resultado de la creciente población y del incremento en la migración-- ha provocado un incremento explosivo de las mega urbes, especialmente en el mundo desarrollado, y los barrios marginales se están convirtiendo en una característica más significativa de la vida urbana”.

Los países más grandes tienen concentrada su población en las ciudades, aunque algunos países como China (Chongqing cuenta con 31,01 millones de habitantes, Shanghái con 24,18 o Beijing con 21,54) y la India (Bombay con 17 millones, Calcuta con 14 millones o Nueva Delhi con 13 millones de habitantes) aún tienen una población predominantemente rural, no obstante que para la sociología el concepto de sociedad moderna se expresa en el entramado de lo que sucede en una ciudad.

El aumento demográfico de las ciudades genera múltiples necesidades en casi todos los escenarios, como la alimentación, la salud, la educación, el acceso a los servicios básicos, el medioambiente, etc. A mayor crecimiento de las ciudades, se extienden inevitablemente las carencias.

Como consecuencia de lo referido, se presentan varios problemas, por ejemplo, en el transporte existe congestionamiento vehicular, el incremento de la economía informal es a raudales y se torna incontrolable, igualmente, la escasez de suelo urbano para la construcción de viviendas, además de la contaminación ambiental, y muchos otros factores que hacen de la ciudad un espacio insufrible.

Por lo mismo, es algo perentorio que las autoridades recién electas deban trabajar sobre los aspectos señalados ut supra, además del empleo, la seguridad, el combate contra la corrupción, y otros, aunque en el momento urge tomar acciones respecto a la pandemia del coronavirus a fin de evitar más muertes.

Antes de las elecciones se escuchó, de los principales candidatos para el municipio de La Paz, propuestas como: “La Paz, ciudad humana” o “La Paz en paz y moderna”. A diferencia de anteriores procesos electorales, muy poco se oyó hablar de ciudad sustentable, de ciudad inteligente, de ciudad abierta, de ciudad sin fronteras, de municipio 2.0 o de municipio productivo (en los años 90 fue un slogan muy repetido).

En tal virtud, y al margen de cualquier cliché, se trata que las nuevas autoridades puedan encarar los problemas de la ciudad con la debida planificación o que las políticas públicas resuelvan realmente los problemas que, de un tiempo a esta parte, se han vuelto “endémicas”. Una encuesta anual de percepción ciudadana, a cargo del Observatorio La Paz, publicado a finales del año 2017, reveló que la inseguridad ciudadana y la delincuencia eran los mayores problemas (82,4%), seguidos por el ordenamiento vehicular (46,5%), aseo urbano (42,2%), convulsión social (40,5%), servicio de transporte público (40,4%) y consumo de bebidas alcohólicas (30,2%). De igual forma, más de la mitad de los encuestados consideró que la calidad de vida no tuvo mejoras.

Se quiere, entre otras cosas, una ciudad en la que se pueda volver a pasear de noche, donde entrar a las plazas sea libre a cualquier hora; una ciudad limpia, ordenada y segura. Una ciudad que destaque por sus valores. Supremamente se quiere una ciudad con liderazgo en el concierto nacional.

No por nada uno de los ODS, el objetivo 11, del PNUD tiene como una de sus metas “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. Para que todo ello se materialice es importante el concurso decidido (en primer lugar y se reitera por enésima vez) de los gobernantes y que los ciudadanos también se involucren de forma proactiva, lo contrario significa empeorar las cosas.

Finalmente, como diría Alexis de Tocqueville, “las libertades locales, que hacen que un gran número de ciudadanos valoren el afecto de sus amigos y allegados, empujan sin cesar a los hombres unos hacia otros, pese a las tendencias aisladoras, al forzarles a ayudarse mutuamente”.

El autor es Politólogo – Abogado, Docente Universitario (Trabajo Social - UPEA).

rolincoteja@gmail.com

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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