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[Severo Cruz]

Vacuna como sinónimo de vida


En Bolivia contadas personas poseen la capacidad económica para vivir con holgura, en tiempos que la austeridad marca el destino de más de 11 millones de habitantes. Entre ellos los ricos, que cuentan con un patrimonio superior a 30 millones de bolivianos y, obviamente, quienes medran a costa de las arcas del Estado, en democracia, restituida heroicamente en 1982.

La ciudadanía, en su mayoría, tiene serias limitaciones para encarar esa realidad. Además, su objetivo prioritario, en este momento, es conseguir la vacuna, para sobrevivir y no perecer ante el “enemigo invisible”. La vacuna tarda en llegar a los sectores más vulnerables. El gobierno nacional admitió que no hay vacunas suficientes y la culpa la tendrían los países capitalistas.

Los privados, como el conjunto de los bolivianos, han volcado sus esperanzas, para disipar la incertidumbre reinante, en el antídoto contra el coronavirus, que escasea, lamentablemente. Inclusive solicitaron a las instancias gubernamentales que se les permita importar ese fármaco, no con fines de lucro, sino con el propósito de coadyuvar, en el proceso de inmunización. El sector, y bien conoce la opinión pública, ha soportado muchos problemas, durante la cuarentena del 2020, entre ellos el cierre de importantes unidades empresariales. La industria, en particular, tuvo la pérdida de 70.000 empleos, por el virus de origen chino.

Los trabajadores exigen no sólo incremento salarial, sino mayor cantidad de vacunas para sus afiliados. La desesperación, en la presente coyuntura, se advierte a la legua. Los informales, que aumentan día que pasa, engrosan también esas filas.

“En río revuelto, ganancia de pescadores”, es un dicho popular. Con el contrabando, ocurre lo propio. Se reactiva --mientras la nación boliviana está inmersa en pugnas intestinas, en profunda crisis económica y emergencia sanitaria-- desde países vecinos, donde se asumió medidas devaluatorias. Por esa vía ingresa a territorio nacional diversos productos, por valor estimado en 6,3 millones de dólares, al día. Se calcula que anualmente sobrepasa los 2.300 millones de dólares, según los datos que maneja la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB). Actividad ilícita que pretende matar a nuestra producción, a vista y paciencia de las autoridades llamadas a reprimirla.

Bolivia, en sus 196 años de existencia, jamás había confrontado una situación de esta naturaleza. Una que frustra su desarrollo y posterga sus sueños de mejores días. Indudablemente, los pronunciamientos militares e intereses mezquinos de politiqueros contribuyeron a su postración. Pocos son los gobernantes que se entregaron de manera desinteresada a la construcción de una Patria próspera, fuerte y con bienestar social, en particular. Los más siempre estuvieron supeditados a ciertos intereses oscuros. De ellos está plagada la historia.

El desencuentro es un retroceso para los objetivos de desarrollo nacional. Nuestros tiempos exigen unidad y reconciliación para avanzar, hacia un venidero con pan, con justicia y techo propio, en libertad democrática. Es que la crisis económica y la emergencia sanitaria golpean fuertemente a los necesitados, ahora más que nunca.

En suma: la vacuna es sinónimo de vida, en la era del coronavirus.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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