Publicidad

    



[Luis Antezana]

Cuando hay vacío de poder no hay golpe de Estado


La polémica en torno a la definición de los sucesos de noviembre de 2019 ha salido del terreno de la política y ha pasado al de la historia. Unos dicen que fue insurrección, otros que fue rebelión, otros dicen que hubo de golpe de Estado, etc., sin que haya acuerdo posible. Es más, se ha convertido en un debate semántico que olvida la realidad de los hechos y se ha concentrado en palabras hueras que solo producen confusión.

En primer lugar, se debe recordar que, desde años antes de noviembre de 2019, en el país existía un estado latente de tensión política que fue derivando en una crisis permanente, hasta convertirse en una situación política insoportable para todos los protagonistas.

Sin embargo, ese proceso social era espontáneo, independiente de la voluntad y deseos de la ciudadanía en general. No era consciente. No tenía dirección política, excepto algunos casos aislados de mínima influencia. La realidad estaba muy adelante de la teoría y los políticos no hacían esfuerzos para hacerla consciente. No existían dirigentes políticos. No se señalaba objetivos, no se dictaba consignas, ni siquiera se tenía idea de lo que estaba ocurriendo y, como dijo un comentarista de prensa, ese fenómeno era lo histórico inconsciente que quería hacerse consciente y, por tanto, no fracase.

Por su lado, el gobierno de Evo Morales también ignoraba ese fenómeno y, adoptando medidas inoportunas, más bien echaba leña al fuego, seguro de que la situación no pasaría a mayores, que todo estaba bajo control, apreciación suicida porque, según un politólogo, “los dioses ciegan a los hombres cuando quieren perderlos”.

La prueba de fuego de ese orden de cosas eran las elecciones de octubre de 2019, que se aproximaba con una serie de incidentes, producto del resultado del Referéndum 21F que estableció que el presidente de la república solo podía ser reelegido una sola vez, decisión que fue una clarinada para la batalla final. A la par, la opinión pública insistía en que se montaba un fraude electoral, cuyo resultado a favor de la oposición sería desconocido.

El día de la elección (20-10) fue de tensión y el resultado se hizo dudoso por ostensibles irregularidades, por lo que la tensión política llegó al rojo vivo y el disgusto de la oposición se hizo incontenible. Solo faltaba la gota de agua para que estalle la rebelión popular que empezó ganando las calles, mientras las corrientes afines al gobierno ganaban las embajadas. A la vez, los candidatos oficiales aseguraban que tenían más del diez por ciento de diferencia en relación con el segundo candidato y no había opción para segunda vuelta. Solo se esperaba el voto rural a favor del “caballo del corregidor”, votación que definiría quién ganó la elección.

Entonces, después de una serie de denuncias de fraude, la OEA hizo conocer una serie de irregularidades, hecho que fue la gota que precipitó el caldeado ambiente social que abarcó a todo el país y derivó en una incontenible insurrección popular. Las masas tomaron las calles, cercaron el Palacio de gobierno. Los gobernantes pusieron pies en polvorosa y el domingo 10 desde El Alto volaron al Chapare, donde sin que nadie se lo pida, ---excepto los mismos allegados al gobierno, como la COB--, renunciaron con lágrimas en los ojos, frente a la televisión, como afirma Evo Morales en su último libro. En la noche siguiente continuaron vuelo a Paraguay y México.

Los renunciantes abandonaron entonces el país, dejándolo en absoluto vacío de poder y no había quién tome el gobierno, precisamente porque la insurrección fue espontánea, es decir sin conducción. Por tanto, como había absoluto vacío de poder, no había a quién dar el golpe de Estado, por el simple hecho de que no puede haber golpe de Estado donde y cuando no hay gobierno. Dos días después, recién se formó el nuevo gobierno.

Evo Morales confiesa en su libro “Volveremos…” que “El domingo después de reuniones, debates, yo tenía otra reunión en la zona del Trópico de Cochabamba. Pero con Álvaro hablamos así. Para evitar tanta agresión, tanta humillación. Para que no sigan quemando casas, como la de mi hermana, las de los familiares. Decidimos: Vamos a renunciar para evitar tantos hechos de sangre. Y decididamente informamos eso a nuestros compañeros”. (Pág. 26).

Momentos después se produjo la renuncia y tomaron el avión, levantaron vuelo. Y recuerda que, al agudizarse el movimiento en La Paz, recibió el apoyo de los empresarios privados de Bolivia.

Afirma textualmente: “Y había llamado la Confederación de Empresarios de Bolivia, la CEPB. Luis Barbery había llamado a la Adriana Salvatierra. Y le había dicho: “Tienen nuestro apoyo”. Evo Morales comenta enseguida: “Y aquí, mira la CEPB apoyándonos contra el golpe, y la COB, ciertos líderes de la COB, contra nosotros”.

Y en párrafo siguiente sostiene: “Entonces viene la renuncia. Aquí quiero que sepan. Hasta ese momento ni un muerto había” (sic).

Esos detalles sirven como aclaración histórica, para definir lo que sucedió en esa oportunidad.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
Decano de la Prensa Nacional
Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación Nacional de Prensa.

Dirección:

Antonio Carrasco Guzmán
Presidente del Consejo de Administración

Jorge Carrasco Guzmán
Gerente General

Rodrigo Ticona Espinoza
Jefe de Redacción

"La prensa hace luz en las tinieblas
y todo cuanto existe de progreso en el mundo
se debe a su inagotable labor"...

JOSÉ CARRASCO


Publicidad
Portada de HOY

JPG (837 Kb)      |      



Caricatura


Sociales

Bicentenario de la República Helénica-Grecia

UN GRUPO DE DAMAS DE LA COMUNIDAD HELÉNICA.


Publicidad