Discriminación que lastima al país

Hace poco, el presidente Luis Arce fue protagonista de un hecho que ha lastimado a todo el país: discriminar a un pueblo como es Tarija, aislarlo o hacerlo a un lado de las labores de servicio del gobierno, mostrar que para él, como presidente, solo importan los pobres, los necesitados, los que necesitan vacunas, medicamentos y atención; que, por su situación, los “ricos” no merecen atención y porque pueden atender sus necesidades y, como corolario, se prestó a hacer propaganda a favor del candidato masista que intervino en las elecciones subnacionales.

¿Qué pasa con el presidente Arce? ¿Por qué la discriminación? ¿Es que no se siente presidente de todos los bolivianos? Él ha ganado un proceso electoral que lo hace cabeza del país y ello significa amar y servir a todos los bolivianos sin distinción ni diferencia ni discriminación alguna. Arce Catacora, desde el mismo instante en que fue proclamado presidente y jefe del Estado, ha dejado de ser “del partido” por ser Primer Mandatario; no puede ni debe ser portavoz o propagandista de ningún candidato, por más que sea del partido al que él perteneció. Su nueva condición y mientras dure su mandato, es amar y servir a todos los bolivianos sin diferencias odiosas ni discriminaciones que no corresponden. Él tiene la obligación de servir y respetar a todos; no puede ni debe aislar a nadie y, además, siendo huésped de Tarija, su respeto debe ser mayor y acompañado de gratitud por las atenciones recibidas.

Está muy mal que el señor Arce Catacora se “desprenda” de su condición de presidente, que es la mayor dignidad y honor que puede tener y, justamente, en mérito a esas condiciones, debe mantener altura, dignidad, consideraciones y respetos por todos los componentes del pueblo boliviano. Ojalá que todo haya sido un exabrupto que nunca debería repetirse. Posiblemente, en algunos niveles, especialmente del MAS, se dirá que “no corresponde” decirle algo al presidente; pero, justamente porque es el presidente, hay que decir lo mal que haga, lo que no corresponde dada su alta investidura y, muy especialmente, porque Tarija –como cualquier otro lugar del país– merece respeto y consideración.