Según economistas
> El censo permite conocer el número de población en determinado territorio y brindar más recursos para su atención
En la lucha contra la pobreza, los datos son un arma poderosa que puede transformar la vida de los pobres. Pero también son una espada de doble filo. Se necesitan nuevas reglas del juego —un contrato social en materia de datos— para aprovechar todo el valor de ellos, protegiendo al mismo tiempo a las personas de los daños derivados del uso indebido, y garantizando un acceso y representación equitativos, señalan economistas del Banco Mundial, autores de la publicación Informe sobre el desarrollo mundial 2021: Datos para una vida mejor, aprovechar el valor de los datos para ayudar a los pobres.
El estudio publicado en marzo por el Banco Mundial muestra la importancia que tienen los datos a la hora de identificar y tomar decisiones, sobre determinado grupo social.
En la pasada gestión, en plena pandemia, en entrevista con este medio, el economista y docente de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), Ernesto Bernal, se refirió a los datos, y en esa ocasión lamentó que el país no cuente con las cifras necesarias para orientar los bonos sociales hacia las familias más vulnerables.
Señalaba que es vital contar con datos estadísticos para llegar a las personas que sí necesitan del concurso del Gobierno, y el país no los tiene, así que su base para el reparto de bonos sociales se abocó a los que estaban en el sistema, por ejemplo, de educación, y también para aquellos que reciben la Renta Dignidad, el Bono Juana Azurduy de Padilla.
Datos
Los datos se han vuelto omnipresentes: los flujos mundiales se han multiplicado por mil en los últimos 20 años, señalan los autores de la publicación Informe sobre el desarrollo mundial 2021: Datos para una vida mejor, aprovechar el valor de los datos para ayudar a los pobres.
Bob Cull, economista principal de la Vicepresidencia de Economía del Desarrollo, Vivien Foster, economista en jefe de la Vicepresidencia de Infraestructura, Dean Mitchell Jolliffe, economista principal del Grupo de Gestión de Datos sobre el Desarrollo y Malarvizhi Veerappan, científica superior de datos, del organismo internacional, en su publicación sostienen en referencia a los datos, que no siempre se aprecia, es la medida en que los datos ofrecen el potencial de mejorar la vida de las personas, especialmente la de los pobres y la de los que viven en países de ingreso bajo.
“Reflexionemos sobre el siguiente ejemplo. El estado indio de Odisha es susceptible de sufrir ciclones devastadores. Cuando se produjo un desastre en 1999, hasta 10 000 personas perdieron la vida. Esta tragedia hizo que la Autoridad de Gestión de Desastres del Estado de Odisha realizara una gran inversión en datos de previsión meteorológica. Cuando otra tormenta de magnitud similar afectó la zona en 2013, la captación y difusión de datos de alerta temprana permitió evacuar a casi 1 millón de personas a un lugar seguro, reduciendo el número de muertos a solo 38”, recuerdan.
Es por ello que sostienen que los beneficios directos de los datos sobre las vidas y los medios de subsistencia pueden provenir no solo de iniciativas gubernamentales, como en Odisha, sino también de una plétora de nuevos modelos de negocio privados.
Organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo están utilizando datos recopilados por los ciudadanos como forma de exigir una rendición de cuentas a los Gobiernos. Por ejemplo, la plataforma ForestWatchers permite a la gente denunciar directamente la deforestación del Amazonas. Y en Egipto, las mujeres pueden informar sobre la ubicación de incidentes de acoso sexual, gracias a la herramienta HarrassMap.
En ese contexto, en el caso de Bolivia el censo que debería llevarse el 2022 tendrá un impacto importante en el desarrollo de los departamentos, tanto positivos como negativos, ya que se conocerán qué regiones aumentaron de población y cuales disminuyeron, y la distribución de recursos ira en función de esta información.
Por ello, la importancia del mismo, que está en duda debido a los argumentos propuestos por el titular del Instituto Nacional de Estadística (INE), Humberto Arandia, la semana pasada, cuando indicó que se requieren 3 años y medio para preparar, y posiblemente se podría llevar el 2024; aunque el Ministerio de Planificación, mediante un comunicado, indicó que el Gobierno no definió fecha del censo y que planteamiento del INE fue una sugerencia.
Otro dato que todavía no informa el INE es el referido al Producto Interno Bruto, de por lo menos del tercer trimestre, cifra que puede orientar la política para ajustar algunas propuestas políticas, económicas y sociales, y sólo maneja la cifra que dio la anterior administración a julio de -11 %, que daba de acuerdo a cronograma.
Sobre el tema, en una entrevista anterior, el economista José Gabriel Espinoza lamentó que hasta la fecha no se proporcione ese dato y se maneje el -11 % como si fuera de toda la gestión del 2020.
Potencial
Los datos siguen siendo muy infrautilizados, y se desaprovecha gran parte de su valor económico y social. Recoger y utilizar datos para un único fin sin ponerlos a disposición de otros para su reutilización es un desperdicio de recursos, sentencian los autores del informe.
“Mediante la reutilización y combinación de datos procedentes de fuentes públicas y privadas, y la aplicación de modernas técnicas de análisis, los conjuntos de datos fusionados pueden abarcar a más personas, con mayor precisión y frecuencia. Aprovechar estas sinergias entre los datos puede reportar beneficios reales”, sostienen.
Doble filo
Cuantos más datos se reutilicen, mayor será el riesgo de que se haga un mal uso de ellos. A medida que los datos se combinan, reutilizan y readaptan de formas cada vez más creativas, el alcance de los efectos positivos aumenta rápidamente. Al mismo tiempo, también existe la posibilidad de que se utilicen indebidamente, a menudo de forma imprevista.
Por ejemplo, los registros detallados de llamadas (RDL) de los teléfonos móviles se crean para fines del sector privado, pero recientemente han sido noticia porque los Gobiernos los utilizan para el rastreo de contactos en relación con la covid-19.
En marzo de 2020, por ejemplo, el Gobierno de Israel aprobó una normativa de emergencia que permitía el uso de los RDL para rastrear a las personas infectadas y frenar la propagación del virus. En los primeros días de la pandemia, el uso de los RDL en Israel supuso la identificación de aproximadamente un tercio de sus casos de Covid-19. Pero las críticas al uso del programa derivaron en que la Corte Suprema ordenase interrumpir el mismo.
Contrato social
Estas idas y venidas sobre el uso de los datos de los RDL ilustran cómo las naciones entablan un diálogo interno sobre las reglas del juego para el uso apropiado de los datos. El Informe sobre el desarrollo mundial 2021 subraya la urgente necesidad de que todos los países establezcan nuevos contratos sociales para orientar el uso adecuado de los datos.
Los contratos sociales satisfactorios se basarán en reglas que ayuden a materializar el valor potencial de los datos, creando al mismo tiempo la confianza en todas las partes interesadas de que no se verán perjudicadas y de que compartirán los beneficios resultantes de un mayor uso de los datos. Fuente Informe sobre el desarrollo mundial 2021: Datos para una vida mejor -aprovechar el valor de los datos para ayudar a los pobres de Bob Cull, economista principal de la Vicepresidencia de Economía del Desarrollo, Vivien Foster, economista en jefe de la Vicepresidencia de Infraestructura, Dean Mitchell Jolliffe, economista principal del Grupo de Gestión de Datos sobre el Desarrollo y Malarvizhi Veerappan, científica superior de datos.