Hay alarma y susceptibilidad en la población sobre la profusión de informaciones en relación con la existencia de vacunas contra el coronavirus. Mucho influye sobre los ánimos de las personas el que se anote diversas fuentes de procedencia y mucho más sobre posibles adquisiciones que se haya hecho y que no llegan al país. Hay preocupación porque la Caja Nacional de Salud suspenda vacunaciones y solo existan datos parciales de vacunados en sitios donde no hay registros masivos. ¿Cuál es la realidad? La población no debe vivir con datos que no sean reflejo de la verdad.
Las autoridades de salud difunden datos nada precisos porque parecería que nadie sabe a qué atenerse. El gobierno cuenta con la experiencia necesaria ante informaciones con medias verdades y hay concentración de personas que acuden masivamente a sitios en que se supone habrá la atención debida, pero surgen, algo tardíamente, datos contradictorios que confunden y alarman.
Es urgente que la verdad sea la rectora del problema y su segura solución, así sea con alguna tardanza; pero dejar circulando al “se dice y no se dice” es lo más perjudicial y, además, resulta ser una muestra de que el gobierno no cuenta con los datos precisos y permite la proliferación de datos inexactos.
Mientras países vecinos cuentan por miles o millones los vacunados, incluyendo la segunda dosis, nosotros seguimos con cifras que no reflejan certeza y las dudas se acentúan en una población muy inclinada a creer hasta en lo imposible. Por otra parte, información sobre “medicina natural” tiende a aumentar y, a su vez, aumentan los incrédulos y los contrarios a la vacunación; lógicamente, continúa el aumento de quienes lloran la muerte de seres queridos. Hay, pues, verdades que no deben ser mimetizadas o disfrazadas u ocultadas y lo que sea verdad convencerá y tranquilizará a la colectividad.
El gobierno tendrá mejores condiciones y mayor tranquilidad cuando sea la verdad el factor que prime en su accionar y el caso de la pandemia debe obligar a un accionar ceñido estrictamente a lo que ocurre. Tampoco pueden pensar las autoridades que hay grupos que buscan el fracaso de políticas gubernamentales, lo que no ocurre en modo alguno; los problemas se agrandan cuando no son adoptadas medidas con celeridad y no se informa debida y oportunamente a la colectividad para evitar que el rumor malintencionado busque primacías que no debe tener en la vida del pueblo.
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