Edwin Vargas Vargas
Las posibles acciones para restablecer, en alguna medida, las actividades productivas y socio relacionales que forman parte de la vida humana, en un contexto pospandemia, presentan como "faro" para iluminar el sendero, la exigencia de tomar decisiones prudentes ante las incertidumbres, ¿quizás temores?, reinantes. Es imposible obviar el hecho relacionado con el patrón de incidencias por contagio del COVID-19 y la pregunta respecto a su existencia en el tiempo.
En el contexto que nos ocupa, relacionado con la orientación académica y profesional, es perentorio ampliar la mirada, desde una perspectiva multidimensional, para asumir los retos pospandemia. Para los profesionales de la orientación es importante tomar posturas proactivas y unir nuestras fortalezas ante la necesidad de generar procesos de cambio enfocados en las particularidades que coexisten en la vida individual de las personas y en las realidades colectivas de la vida societal, laboral y productiva. Pero también, paralelamente, trabajar como profesionales agentes de cambio a nivel de políticas de bienestar, dar atención a las situaciones de desventajas sociales y oportunidades de mejoras para la calidad de vida en un marco de respeto a los derechos humanos, los derechos civiles y ciudadanos.
Desde la perspectiva referida, hay que gestionar acciones orientadoras que permitan determinar las condiciones positivas, seguras e inclusivas, que hacen posible el desarrollo de capacidades en personas, grupos y comunidades. Se trata de abordar la orientación académica y profesional que rescata el sentido educacional de comprensión, de reflexión en la acción social y sensible hacia la valoración del bienestar y el desarrollo humano sostenible. Buscando soluciones mediante el diálogo social se abre un camino viable y oportuno, al considerar los aspectos siguientes:
- Fortalecer la capacidad y la resiliencia de las organizaciones de empleadores y de trabajadores.
- Fortalecer la capacidad de los gobiernos.
- Fortalecer el diálogo social, la negociación colectiva y las instituciones y mecanismos de las relaciones laborales.
En ese marco de reflexiones expuestas, contextualizamos los siguientes retos de la orientación académica y profesional en un contexto post- pandemia:
Reto 1. Atención a las situaciones de desventaja social y oportunidades de mejora para la calidad de vida de las personas. Este reto implica un trabajo mancomunado entre profesionales de la orientación y los diversos agentes, tanto públicos como privados, para establecer los niveles de compromiso entre las partes, a fin de crear planes, programas y proyectos que permitan ampliar las opciones de participación proactiva ante las nuevas demandas laborales y productivas pospandemia. Para ello, es imprescindible tener claro el marco de acción para la justicia social, desde una nueva visión de ciudadanía y de persona que permita validar los funcionamientos operacionales, de formación empoderada, de cara a las oportunidades de empleo, obtención de beneficios de salud, de apoyos para alimentación y sostenibilidad familiar.
Reto 2. Desarrollar estrategias asertivas de orientación. Los profesionales de la orientación podemos integrar iniciativas a nivel de redes de apoyo que permitan la integración de cada profesional, con la finalidad de diagnosticar necesidades de orientación de las personas. Ello requiere convocar a los actores comunitarios diversos para hacer el mapa de esas necesidades y las prioridades. A partir de esa información, de forma concreta y con objetivos claros, se puede desarrollar las estrategias asertivas de participación proactiva para "hacer valer la voz" de cada comunidad ante los apoyos organizacionales, instancias de gobierno, entre otros.
Se trata de una labor de orientación de acción político social pertinente con las realidades sociales y humanas mediante el empoderamiento de las capacidades de las personas, con la finalidad de buscar soluciones convocando al diálogo social que permita crear/legislar las políticas sociales de bienestar e inclusión requeridas en las comunidades en áreas de beneficios comunes, tales como trabajo, salud, educación, socio-productividad y seguridad. Se trata de retos integrados al desarrollo humano, la sostenibilidad y el Estado de Derecho con libertades, en un marco ético de responsabilidad.
Reto 3. Consolidar programas de orientación de apoyo socioemocional para las personas, familias y comunidades. Los profesionales de la orientación debemos aportar a las personas herramientas para superar los acontecimientos gestados con el confinamiento, entre ellos, abordar los temas sensibles relacionados con las pérdidas, tales como el duelo, los desajustes emocionales y los temores que inhiben las ganas de vivir.
Trabajar estos retos propuestos reclama que la labor profesional de la orientación sea solidaria. Se debe ir evolucionando con nuevas miradas y abordajes con base en resultados de vivencias concretas. Una labor de la orientación académica y profesional ajustada a los cambios del presente ante las realidades del confinamiento. Pero también con una visión que rescata la consciencia reflexiva para proponer la coexistencia humana pospandemia, potenciando la vida con sentido de alta motivación y reforzamiento de actitudes positivas con conciencia emocional para lograr las mejoras continuas, oportunas, útiles y necesarias.
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