Bolivia, como los otros países de América Latina y el Caribe, inició su recuperación económica en el segundo semestre del año pasado, sin embargo, la persistencia de la crisis sanitaria ensombrece las perspectivas a corto plazo, y las personas como las economías deben enfrentar las “secuelas” del covid-19.
La dificultad que enfrenta el país para la adquisición de vacunas retrasa la inmunización de la población. Por otra parte, el plan de vacunación avanza lentamente y ese proceso podría durar 2 años si sigue con ese ritmo. Datos de Infobae al 24 de abril señalan que los vacunados en el país se aproximan a los 500.000. Esperamos que estos acontecimientos no se traduzcan en nuevas restricciones que afecten la incipiente reacción de la actividad económica, ya que las proyecciones de crecimiento económico del país, solo son el llamado rebote económico, pues apenas recuperaremos una parte de lo perdido durante el 2020.
Pese a la recuperación señalada, el país tuvo un retroceso en su desarrollo de aproximadamente 11% el pasado año. Si este año tenemos un crecimiento de algo más del 4%, solo habremos recuperado algo más de un tercio de lo perdido por el coronavirus, por lo expresado no correspondería un segundo aguinaldo en el país. Las perspectivas están sujetas a un grado excepcional de incertidumbre, mientras continúa la carrera entre las vacunas y el virus.
Esta carrera, que tiene como lado positivo el rápido control de la pandemia a escala mundial, también tiene su lado negativo, como el rebrote del virus en varios países de la región, entre ellos Brasil, que está afectando al nuestro por la necesidad de cerrar fronteras.
Si bien los efectos de la pandemia han sido variados entre los países de la región y al interior de éstos, la recuperación también es heterogénea. La manufactura se recupera mejor que el turismo. Pero los mercados laborales siguen siendo frágiles, aunque el sector informal que fue el más golpeado, ha liderado la recuperación del empleo. Sin embargo, el contrabando que sobrepasa los 3.000 millones de dólares preocupa al gobierno y empresarios.
Hay un factor más preocupante, la pandemia provocará un mayor deterioro en el capital humano. Aunque es difícil cuantificar las pérdidas de aprendizaje, el análisis del personal técnico indica que el ingreso de los estudiantes de edades comprendidas entre los 10 y 19 años, podría ser en promedio, un 4 % más bajo a lo largo de su vida, si no son compensados los días perdidos en 2020 por el coronavirus. El empleo depende de la reactivación económica y la productividad.
Si bien existen algunos motivos para ser pesimistas, se debe aceptar que estas circunstancias pueden darnos la gran oportunidad para transformarnos, por ejemplo con la Economía 4.0, la digitalización de los servicios, la producción sostenible y amigable con el medio ambiente, a través de nuevas coaliciones políticas internas e internacionales y formas inéditas de cooperación que sostengan el cambio en el estilo de desarrollo.
También se requiere con urgencia inversiones en el sector minero, ya que los proyectos vigentes tienen unos años más de generación de recursos al erario nacional. De igual manera es importante la inversión en el sector petrolero. Ambos sectores son el sostén de la economía en Bolivia. La inversión y el emprendimiento también son fundamentales en la economía.
Las “secuelas” que nos dejó la pandemia deben ser la razón para que gobierno, empresarios y trabajadores actúen en forma conjunta en beneficio de la economía nacional, creando nuevas fuentes de trabajo digno, promoviendo que las empresas informales ingresen a la formalidad y generen las divisas que el país necesita.
La recuperación de la economía demandará mucho esfuerzo, trabajo y nuevas inversiones. Juntos, el gobierno y los empresarios debemos promover la seguridad jurídica, para al mismo tiempo atraer el capital extranjero necesario, que podrá suplir las cada vez más reducidas Reservas Internacionales Netas y evitar un mayor endeudamiento externo del país.
El autor es Economista, licenciado en la UMSA, con Post Grado; Doctorado Ph.D en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador de Argentina y Académico de Número de la ABCE (Academia Boliviana de Ciencias Económicas).
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