Edgar D. Ergueta Ávila
El pasado día 22 de abril se celebró el día de la Tierra, por lo cual se sucedieron muchos artículos de revistas y periódicos ponderando y agradeciendo su acogida para tantos millones de personas que habitamos en él; uno de éstos fue el de la revista National Geographic, el cual recordó que fue el presidente norteamericano John F. Kennedy quien promovió la idea en una campaña denominada “Conservation Tour” (Gira de Conservación) efectuada por varios estados de la Unión en el año 1963, paralela a la promoción que realizaba para su reelección presidencial. Desgraciadamente, dicha campaña no la pudo completar debido a que fue asesinado a los pocos días.
Siguiendo con lo expresado en dicho artículo, fue el senador Gaylord Nelson, junto con el activista Denis Hayes, quienes continuaron promoviendo dicha campaña hasta que el día 22 de abril de 1970 se celebró por primera vez tan grandioso día, bajo la recomendación de que la humanidad tome conciencia sobre el problema de la contaminación, se interese en reivindicar la conservación de la biodiversidad y aclame la protección global de nuestro planeta.
De entonces a la fecha este día tuvo una gran proyección, dado que en todo el mundo se recuerda el calentamiento global, la contaminación del medio ambiente, la extinción de las especies, la escasez del agua, la propagación de desperdicios por tierra y por mar y podemos seguir nombrando todos los desastres que día a día soporta nuestro planeta
Valga la oportunidad para tomar en cuenta el llamado que hace un grupo de catedráticos, expertos en ecología, de la Universidad de California, Los Angeles (UCLA), la Universidad de Stanford de Palo Alto (USA) y la Universidad Flinders de Australia, quienes han formado un equipo muy especial y, sobre la base de una investigación de más de 150 estudios científicos sobre los problemas ecológicos más angustiantes que afectan a nuestro planeta, han extraído conclusiones muy importantes sobre el grave estado en que se encuentra nuestro hábitat, las mismas que se encuentran en un artículo titulado ”Underestimating the Challenges of Avoiding a Ghastly Future” (Subestimando los Desafíos de Prevenir un Futuro Espantoso)”. Sólo el título llama a la reflexión sobre lo que puede ocurrir con nuestro planeta. Los expertos indican que los líderes mundiales necesitan un fuerte llamado de atención sobre el estado de nuestro medio ambiente.
Más adelante se proyecta un gráfico en el que se aprecia el grado de afectación que tienen nuestros principales circuitos ambientales, vale decir, el porcentaje en que están afectados:
Humedales: 85%
Ríos de navegación: 80%
Mamíferos salvajes: 75%
Superficie de la Tierra: 70%
Peces depredadores grandes: 70%
Población de vertebrados: 70%
Océanos: 65%
Cubierta de coral viva: 50%
Vegetación terrestre: 50%
Bosques de algas: 45
Praderas de hierba marina: 37%
Biodiversidad terrestre: 25%
Plantas en peligro de extinción: 42%
Especies amenazadas: 12%
Corey Bradshaw, de la Universidad Flinders, coordinador del grupo, manifiesta que “han tratado de resumir el estado de la diversidad natural en la forma más clara posible para dar luz sobre la gravedad de la situación del planeta”. La humanidad está provocando una rápida pérdida de biodiversidad, lo que se traduce en una pérdida de la capacidad de la tierra para soportar la vida compleja que llevamos y que en las corrientes de opinión se demuestra que se tiene dificultades para comprender la magnitud de este desastre.
Continúa diciendo que la amenaza para la supervivencia de las especies, incluida la nuestra, se debe a la inacción política y la ignorancia de las autoridades. Detener la pérdida de la biodiversidad no es ni mucho menos una de las prioridades de ningún país y está muy por debajo de otras preocupaciones, como el empleo, la atención médica, el crecimiento económico o la estabilidad económica.
Esta es una oportunidad no solo para agradecer y admirar la grandeza de nuestro planeta azul sino para reflexionar sobre lo que nos incumbe como país en su conservación: lo menos que podemos hacer es velar por la agricultura y la vida animal, cuidar la limpieza ambiental, no tirar objetos contaminantes como pilas y baterías, ahorrar desperdicios, especialmente plásticos que dañan la vida animal y producen infecciones.
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