Antonio Casildo Quispe Acho
La emoción del gol, el relato sostenido de palabra ¡goooool…!, es el sentir común de un partido de futbol, de la misma forma deberíamos sentir las mismas emociones profundas en el quehacer educativo, inclusive con mayor sentimiento; porque todas nuestras energías, manifestaciones humanas y acciones educativas deberían emerger de los más recóndito de nuestros corazones, con la máxima sabiduría innovadora y con las manos creativas, así sí las maestras y maestros seremos protagonistas de la educación integral, holística y de calidad, de los niveles, inicial, primaria y secundaria.
Las emociones constituyen un factor importante en el momento de explicar o interpretar el comportamiento humano. Maturana (1991) plantea que «todas las acciones humanas se fundan en lo emocional, independientemente del espacio operacional en que surjan, y no hay ninguna acción humana sin una emoción que la establezca como tal y la torne posible como acto”.
Las emociones son importantes para el proceso de aprendizaje y enseñanza. Es necesario mantener una conducta motivada en los estudiantes para garantizar aprendizajes de calidad. Se ha demostrado que las emociones representan, junto a los procesos cognitivos, un factor determinante en la adquisición y desarrollo de los conocimientos. La emoción es sentimiento muy intenso de alegría o tristeza producida por un hecho, una idea, un recuerdo y otros, que los docentes manifiestan en el desarrollo curricular y la gestión educativa en general, las emociones de los docentes deben irradiar energía, alegría y sabiduría.
Las emociones deben ser administradas de forma pertinente y metódica en el proceso aprendizaje – enseñanza. Esta situación es considerada como Emocionalidad o Inteligencia Emocional. Los docentes con inteligencia emocional son los que dejan huellas y trascienden en las futuras generaciones; hoy más nunca, en tiempos de la COVID – 19, se tiene que desplegar todas las fibras de la emoción para superar situaciones adversas y hacer fluir a los estudiantes.
En definitiva, en el ámbito educativo, tener desarrollada la competencia emocional facilita al docente el entendimiento de lo que los estudiantes necesitan y cómo se sienten, permitiéndole orientar sus métodos de aprendizaje y enseñanza, según sus respuestas y motivaciones.
El autor es docente investigador.
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