La noticia de perfil
“A las cuatro de la tarde entra el Bolívar en cancha… etc., etc.”, ensayaba solo esa cueca deportiva de antaño, cuando ingresó a mi living mi comadre cochabambina, sorprendiéndose de mi despiste porque aquella tarde no había fútbol ni jugaba el Bolívar, mientras el país continuaba cayéndose a pedazos.
Mi pariente espiritual lamentó mi frivolidad y me contó que alguna de sus clientes le había comunicado a través del Internet que vivía angustiaba en Puerto Suárez ante la perspectiva de quedarse sin ingresos si la empresa india Jindal se marchaba del Mutún rompiendo su convenio con Bolivia.
Dije a Macacha conocer ese asunto de oídas y ella me replicó velozmente: “si conoce el problema del Mutún sólo de oídas no sabe usted nada porque además de ser casi ciego está usted casi sordo y no hay peor sordo que el que no quiere ver…”.
La inteligente cholita cochabambina me explicó con “chuwis” que el Mutún constituye uno de los yacimientos de hierro más grandes que hay en el mundo y que todos los bolivianos nos alegramos cuando nuestros actuales gobernantes se encontraron por ahí con esta empresa de la India suscribiendo un contrato para la explotación del hierro y su transformación en acero.
Al apreciar el grado de admiración que yo demostraba por los conocimientos siderúrgicos de la cholita quillacolleña, ella continuó con su clase magistral, llegando a afirmar que la explotación del Mutún era el paso más importante que se había dado en la cacareada industrialización de nuestro país y que si se truncara debería ser llorada por todos los buenos bolivianos.
Como me vio con la boca abierta manifestó que yo que había viajado tanto había tenido la oportunidad de apreciar al valor que significa la transformación del hierro en acero, contándole con sencillez provinciana la importancia de este producto en la industrialización de Europa y que mis chaskañawis habían tenido la oportunidad de ver la acería del Barón Tysen, en Alemania, indicando a mi comadre que ese proceso industrial requiere de mucha energía.
Macacha me dijo: “nuestros expertos en Energía e Hidrocarburos ofrecieron a la Jindal el gas que precisaría, que la riqueza gasífera boliviana les dotaría de esa energía y al cabo de seis años no le dimos ni una molécula de gas”.
Eso me preocupa y también la ruptura con la Jindal, agregó la cochala, preguntándose si el presidente Evo y los sabios que le rodean estarían preocupados y afligidos ante este fracaso colosal. Macacha decidió averiguar sobre la gravedad e importancia de este asunto. Captó las ondas de una emisora gubernamental y escuchamos el sábado “a las 4 de la tarde” no entraba el Bolívar a la cancha, ni el mandatario estaba preocupado por el Mutún, sino pronunciando un discurso al entregar a los alteños una cancha con césped artificial que sería estrenada por él y sus muchachos futbolistas frente a un seleccionado de las juntas vecinales de El Alto.
Macacha me dijo: “usted y yo, compadre, somos un par de despistados”.
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