OPINIÓN
Cuenta esta historia de un grupo de valientes y entusiastas guerreros que por más ganas y fuerza que ponían, no podían lograr victorias en sus batallas.
Pasaron muchos años y como una maldición que los perseguía continuaban luchando, sin perder las esperanzas de probar nuevamente la miel del triunfo, sin resultado alguno.
Los adversarios de países vecinos siempre se salían con la suya y en cada cruce salían festejando.
El Primer Ministro preocupado por lo que sucedía llamó al general encargado de las tropas y ofreció un premio si conseguían las victorias tan extrañadas, argumentando que no se podía perder más, que el pueblo se pondría impaciente si se continuaba con las malas campañas, cuando el pueblo se sale de sus casillas la política también se resiente y no escucha ningún argumento, solo se piden cambios urgentes y dramáticos ante la triste realidad.
El general estuvo enfermo un tiempo y no pudo estar al frente de sus tropas, los galenos no autorizaban a estar sobre su corcel en el campo. La ausencia del general provocó que comentarios extraños y mentes incansables tejieran argucias… Comenzaron los dimes y diretes a correr como reguero de pólvora que aseguraban, que luego de un par de batallas estaría retirándose a sus cuarteles de invierno, en términos militares retirarse a los cuarteles de invierno hace referencia a los acantonamientos que hace un ejército en plena campaña cuando el mal tiempo obliga a suspender las operaciones en marcha.
En un momento de flaqueza y cansado por tanto esfuerzo y resultados negativos, el general puso su cargo a disposición, si vuelvo a caer “Me Voy” sostuvo…el Primer Ministro lo paró en seco y le recordó el compromiso asumido ante el Rey y ante el pueblo que pidió con vítores que sea el comandante quien enfrente los desafíos.
El Rey, fue el primero en brindarle su apoyo asegurando que, todos los de la nobleza y la oligarquía gobernante necesitaban que sea él quien ilumine el sendero hacia la victoria, ya que fue la cúpula cortesana la que definió y seleccionó su nominación.
Se escuchó intrigantemente en los rincones de palacio que sus segundos al mando discutían por diferencias, una de ellas defendía a sus soldados de algunos malos tratos y que en la interna de su batallón la moral estaba resentida. El primer ministro ordenó una investigación para ver que sucedía y se descubrió que esto nunca sucedió y continuaban indagando de donde salió tan nocivo comentario, seguramente algún secretillo cayó sobre el empedrado, en historias de castillos siempre ocurre algún oscuro incidente.
El general se repuso y sin estar del todo bien de salud, quiso retornar y hacerse cargo del escuadrón, sin su presencia, las dudas aumentaban y era peligroso entregar terreno en este aspecto a la incertidumbre.
El pueblo y los cortesanos no pierden las esperanzas, solo se espera que en algún momento… se rompa la maldición.
En el ínterin de contarles esta historia me olvidé de poner nombres a los personajes, ya no tengo espacio, pero sé que usted sin problemas lo puede hacer por mí.
(Cualquier parecido a la realidad, les juro que es mera coincidencia)
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