Revolución del 25 de Mayo de 1809

La revolución comienza en las cabezas y los corazones de las personas que se sienten postergadas por alguna clase de opresión, y quieren cambiar ese estado de cosas para restablecer la justicia. Esta gestación de actitudes se dio en Chuquisaca, donde desde la fundación de la universidad, ésta se fue convirtiendo en centro motor de la vida intelectual de la ciudad.

Para poner en movimiento su vida político administrativa, Charcas funcionó con cuatro gremios, más o menos coordinados entre sí: el gremio militar y político, el más antiguo; el religioso-sacerdotal, el jurídico, reunido en torno a la Audiencia, y el artesanal; todos ellos influidos directa o indirectamente por la universidad, pues allí se formaban las mentes rectoras, y de allí salían las ideas que luego circulaban en la ciudad y más allá de sus confines.

De la universidad salieron los anónimos escritores políticos que redactaban y pegaban los pasquines en los sitios públicos, en el tiempo de Tupak Amaru y Katari, con claras ideas de emancipación, como: “Nuestro Gabriel Inca viva,/ jurémosle ya por rey/ siendo muy de acuerdo a la ley/ que lo que es justo reciba./ Todo indiano se aperciba/ a defender su derecho/ porque Carlos con despecho/ nos aniquila y despluma (…); aquí, además, se ve el cansancio de la gente acerca de los impuestos y pechos, que, especialmente los mestizos debían pagar.

De la universidad sale el pensamiento de Monteagudo: “la soberanía reside sólo en el pueblo y la autoridad en las leyes; y cuando un usurpador empuña el cetro de los tiranos, se paraliza el pacto social mientras dura el imperio de la fuerza”. Son ideas claramente influidas por las concepciones de la revolución francesa. Con esos principios es fácil comprender por qué el 22 y 23 de julio de l785, se produjo la llamada “Revolución de los muchachos,” en la cual los mestizos gritaban: “guerra queremos, guerra y esperamos la ocasión”. Las almas de la gente ya estaban maduras para la emancipación, por las ideas bebidas de las conversaciones de los bulliciosos universitarios, y que todos escuchaban y asimilaban, preparándose para ese despertar social.

La revolución se inicia con un conjunto de ideas largamente meditadas por un grupo de idealistas y difundidas con alma de apóstol. No importa quién ni dónde se produzca el gran hecho capaz de transformar a la sociedad; lo importante es que los principios se hagan realidad social. Chuquisaca, por su condición de principal sede administrativa y jurídica del Alto Perú, recibía a litigantes, políticos y comerciantes de todas partes; y, los revolucionarios allí llegados se juntaban entre sí, con desconfianza y recelo al principio, luego formaron un haz de voluntades para dar forma a las acciones que condujeran a la independencia. De esta manera la gente de La Paz y otros lados se juntaron con los de Chuquisaca para ponerse de acuerdo en las ideas y las maneras con las cuales se pudiera llegar a la emancipación anhelada.

Una vez producido el acontecimiento del 25 de mayo, los revolucionarios enviaron emisarios a varias partes. A Monteagudo, a los Lípez, para interceptar el correo que venía de Buenos Aires, pero fue descubierto por Benito Antonio de Goyena, juez Subdelegado Real de Chichas, quien escribe: (…) por cuanto con motivo de la llegada a esta Villa del Doctor Bernardo de Monteagudo, comisionado por la Real Audiencia del Distrito para la interceptación y apertura del correo(…) se justifiquen en todo tiempo los procedimientos de esta Subdelegación, fundados sobre el convencimiento a que todo ello la conducta de la positiva Independencia a que aspiraban en la ciudad de La Plata, y sobre las fatales consecuencias que podrían producir a estas partes un proyecto tan avanzado y opuesto a la misma Real Autoridad del Soberano, cuyo augusto nombre se hacían servir como escudo de una asonada tan reprehensible y escandalosa con la que han divulgado los papeles y confirmado la sencilla exposición del referido comisionado”. Documento que habla por sí solo del alcance que tenía aquella revolución.

Por otra parte, los enviados Mercado y Michel se encaminaron a La Paz para reunirse con los conjurados de la revolución, y, Michel, reunido con el cura Medina, escribe en Sica Sica: “Hemos levantado el nombre del Rey para conmover al vecindario (…). Pero lo que queremos es proclamar la república en estas tierras, donde la monarquía ha caducado”. Otro documento habla de que Michel, ya reunido con los revolucionarios de La Paz: “(…) incitó secretamente a la formación de una junta con el título de Tuitiva y negoció el movimiento que debía darse”.

Esos papeles muestran que hubo relación entre los revolucionarios de ambas ciudades para iniciar el levantamiento que conduciría, finalmente, a la independencia.