Anarquismo 2012

Todo empezó un 10 de diciembre de 2005, cuando el 53% de los ciudadanos bolivianos nacidos antes de 1994 abrió las puertas del poder al Movimiento Al Socialismo (MAS), para que se haga cargo del hoy llamado Estado Plurinacional Socialista Boliviano. En ese entonces el pueblo boliviano se embarcó en una utopía, esa vieja compañera de la razón y los sueños humanos.

Desde ese entonces a la fecha, los improvisados conductores sofistas de la citada agrupación política con bombos y platillos anunciaron al mundo que en Bolivia se instauraba un gobierno de indígenas, campesinos y organizaciones sociales, para cambiar y conducir al Estado boliviano al socialismo Siglo XXI. En el ínterin, como es de conocimiento mundial, se realizó una serie de transformaciones políticas, económicas y sociales con el patrocinio “desinteresado” de foráneos con mucha dosis ideológica comunista - socialista y suficientes recursos económicos de extraña procedencia. A tal extremo que se embriagaron con el poder político y económico los gobernantes del MÁS, que lentamente se convirtieron en dictadores con excesiva soberbia.

Ante ese panorama, los acontecimientos políticos y sociales desarrollados en nuestro territorio a partir de 2011 causaron una legítima reacción del pueblo boliviano ante el engaño que experimentamos por parte de los conductores del Gobierno, quienes han conculcado la Constitución Política del Estado impuesta por ellos mismos. De hecho, sus actos son antidemocráticos, ilegales e ilegítimos, como mofa a la soberanía y dignidad de nuestra sociedad.

En contraposición al socialismo Siglo XXI de los inexpertos políticos, nace de las entrañas del pueblo boliviano el anarquismo 2012 (también llamado socialismo libertario o acracia). El anarquismo es una corriente política con filosofía social que concibe la “libertad e igualdad plenas” -ejercidas en el marco del derecho y la solidaridad-, como condiciones indispensables para el progreso humano individual y colectivo. Esta expresión ideológica es asumida por diversos grupos sociales e individualidades en el contexto socio - histórico del planeta desde el Siglo XIX a la fecha.

No deben olvidar los del MAS que por anarquismo y violencia consiguieron entrar al Palacio Quemado, pero debido a seis años de continuos desaciertos en el manejo del aparato administrativo del Estado, la historia se repite y en función de gobierno reprimen con violencia las protestas colectivas. Tal represión es testimonio de la incapacidad de los actuales gobernantes para solucionar los conflictos sociales con inteligencia y tolerancia. Cuando el Gobierno quita el bozal a sus fuerzas represivas, argumenta que lo hace para defender el orden y los bienes (no a los ciudadanos) ante la amenaza de la subversión, “anarquía”, violencia y desorden que atribuyen siempre a los de abajo.

En algún lapso se percibe la pasión destructiva de grupos cocaleros y de narcotraficantes, que apelan a la fuerza para defender sus privilegios, que no son despreciables económicamente, porque esos recursos se los reinvierte en la revolución del “cambio o muerte”. En casos extremos se inventa fantasías para descalificar a los opositores, anarquistas y pueblo en general. Por ejemplo se declara: “están buscando mi desprestigio y quieren colgarme como a Villarroel”, “me alegro y felicito por no haber ingresado a la universidad”, (pero se felicita por ser presidente de los cocaleros), “quiero convocar al pueblo de Bolivia a movilizarse para defender el sistema de salud, porque el Gobierno ha hecho lo que ha podido…”, “La educación superior tiene el más alto presupuesto para sus docentes, qué más quieren”… Juzgue el pueblo.

“La utopía significa sueño colectivo y si este sueño no existe la gente se desmigaja, se encierra en células y se vuelve más egoísta y depredadora. Y aparece el miedo, la cobardía y por tanto eres más vulnerable. Sin utopías vives a merced de lo que el poder decida imponer en cada momento, estás en sus manos”.- Joan Manuel Serrat.

Nuestro pueblo está viviendo un sueño que más parece “pesadilla”, pero estamos seguros de que pronto terminará.

El autor es docente universitario.

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