Al escuchar ese programa simpático, ideal para la tercera edad, denominado el Club del Recuerdo, uno escucha viejos tangos, boleros y otros que se asemejan tanto a los problemas de la realidad nacional, que lo hacen pensar a uno que los acontecimientos que hacen noticia se reiteran de manera permanente.
Recordemos algunos tangos: “Es hijo malevo, tristón y canvengue, nació en la miseria del viejo arrabal, su primer amigo fue un taita de lengue, su novia primera vestía percal. Recibió el bautismo en una cortada y fue el padrino un taita ladrón. Se ganó el cariño de la muchachada que en una quebrada le dio el corazón”. Piense usted en el personaje. Si se reemplazan algunos términos, hay muchos ejemplos de aquellos que se ganaron la muchachada a puro bloqueo.
Otra: “Por una cabeza de un noble potrillo que justo en la raya afloja al llegar, y que al regresar parece decir: No olvidés, hermano, vos sabés, no hay que jugar”. ¿Recuerdan la derrota de Manfred Reyes Villa en la última elección? Perdió por una cabeza, lo cual lo obligó al exilio forzoso.
Los candidatos que se perfilan para una próxima elección seguramente cantan: “El día que me quieras, la rosa que engalana se vestirá de fiesta, con su mejor color. Al viento las campanas dirán que ya eres mía y locas las fontanas me contarán tu amor”. Imagínese la rosa como el voto ciudadano.
Pero sin duda, el tango que más refleja nuestra cruda realidad es el clásico “Cambalache”.
“Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé… (¡En el quinientos seis y en el dos mil también!).
“Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé. Pero que el Siglo Veinte es un despliegue de maldá insolente, ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos… Hoy resulta que es lo mismo ¡ser derecho que traidor!... ¡generoso o estafador!”. Se puede identificar rápidamente a los maquiavelos, en cuanto a los otros, parece que abundan.
“Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición. ¡Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón! ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es una señor!, cualquiera es un ladrón! ¡Siglo Veinte, cambalache, problemático y febril!”. ¿Estamos mejor?
Y con el conflicto médico, que parece haber concluido, qué mejor asociación que el viejo bolero cubano: ¡Quizás, quizás, quizás! La letra dice: “Siempre que te pregunto, que cuándo cómo y dónde, tú siempre me respondes: ¡Quizás, quizás, quizás! Y yo desesperado, y tú contestando: ¡Quizás, quizás, quizás! Estás perdiendo el tiempo, pensando, pensando. Por lo que más tú quieras, hasta cuándo!”.
Es una realidad musical entre divertida y triste.
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