Pese a la moderna oferta tecnológica, el cine sigue siendo la distracción y catarsis preferida por el público. Nada sustituye el ambiente adecuado para la concentración de los sentidos que ofrecen las salas de cine, condiciones que no es posible encontrar ni en el hogar. No obstante en La Paz hace rato que no se disfruta de cine de calidad. Es que el bajo nivel de las carteleras sugiere que prima el lucro, de modo que casi por completo las salas se limitan a filmes de violencia, de suspenso, de fantasiosas aventuras o de tipo musical sólo digeribles por jóvenes. Obviamente esta oferta no atrae al público adulto. Esto se comprueba con sólo pasar por las nuevas salas grandes, pobladas con enormes contingentes de adolescentes como público casi exclusivo.
Lo anterior significa que en La Paz está vedado el cine europeo, australiano, el de factura asiática verdaderamente revelador de buena calidad y aun latinoamericano, producción rica en el drama, la revisión histórica y otros géneros cautivantes con verdadero sello de calidad. El costo de los boletos no puede ser un impedimento al respecto, pues éste a la vuelta de algunos años se ha incrementado en un 200%. Uno de los roles importantes del cine es educativo y pedagógico dirigido a los distintos colectivos de la sociedad pero el encasillamiento en el mal gusto aunque se trate de cintas logradas a costos fabulosos, no suplen la calidad cinematográfica.
El gusto estético se forma en gran medida a través del teatro y del cine. Esta necesidad ahora se hace más urgente por la pérdida del hábito a la lectura y de mirar con acuciosidad la cultura universal, falencias que en otros países llena un buen espectáculo. También se tropieza con la inseguridad de los horarios. Los diarios publican programaciones desactualizadas por descuido de los administradores de los cines. Tampoco la Internet proporciona datos precisos, mientras los cambios o sustituciones obedecen a desorganización o caprichos en detrimento de los cinéfilos.
Se esperaba que la Cinemateca llene este panorama desalentador. Su oferta lamentablemente ha quedado corta y sus funciones se limitan a las 19.30, 20 o aun 21.30, horario inconveniente para el gran público poco dispuesto a enfrentar factores climáticos, de distancia, de inseguridad que se acrecientan en la noche, etc. Este horario se repite con el cine español, francés y alemán, a los que la Cinemateca dedica algunos espacios aunque por dichas causas priva de apreciar la cinematografía de esa procedencia, sin duda interesante. Esto no ocurre con el cine brasileño, que el día de semana asignado registra una función vespertina.
Un aporte a favor de la Cinemateca es la exhibición de filmes nacionales. En cambio, recientemente ofrece cintas selectivas y en horarios compatibles en sus nuevas instalaciones en el Mega Center. Para cumplir equitativamente su rol debería replicar la misma programación y horarios de los que goza la Zona Sur, en sus instalaciones del centro de la ciudad, superando una actitud discriminatoria.
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