Entre estas especies destaca la ballena beluga, el pingüino emperador, el pez payaso, el zorro ártico y el koala. “Los humanos no son los únicos cuyo destino está en juego en la Cumbre del Clima de Copenhague, algunas de nuestras especies favoritas también decaen por nuestras emisiones de CO2”, afirma Wendy Foden, coautora del estudio.
Según el estudio, las especies polares están afectadas por el calentamiento global debido a la pérdida de hielo. La foca anillada (Pusa hispida) está obligada a desplazarse hacia el norte debido al derretimiento de hielo. El pingüino emperador (Aptenodytes forste), absolutamente adaptado a las condiciones climáticas de la Antártida, se enfrenta al mismo problema. La placa de hielo, necesaria para la reproducción de los pingüinos, es cada vez más fina, lo que también se traduce en poca disponibilidad de alimento del pingüino y otras especies antárticas.
GRANDES AMENAZAS
Por otra parte, la tundra ártica de la que depende el zorro ártico (Alopex lagopus) está desapareciendo debido al aumento de las temperaturas y por tanto, al florecimiento de nuevas especies vegetales. Con los cambios de hábitat, que dejan de ser tundra para convertirse en bosque, el gran competidor del zorro ártico, es decir, el zorro rojo está huyendo hacia el norte y reduce el territorio de su enemigo.
La ballena beluga (Delphinapterus leucas) está viéndose afectada por el calentamiento global por la pérdida de hielo y la dificultad de encontrar presas. La actividad humana que rompe el hielo en zonas de sobrepesca hace que ciertas áreas sean accesibles ahora. De modo que los barcos, la contaminación y la explotación humana suponen una amenaza para este gran mamífero.
“Todo el mundo puede parar estas pérdidas trágicas. Podemos cortar las emisiones de CO2 y alzar la voz para el apoyo de acciones por parte de los gobiernos que cambien el pronóstico al que nos enfrentamos”, manifiesta Simon Stuart, presidente de la Comisión de la Supervivencia de Especies de la UICN.
PECES Y CORALES
Sin embargo, los impactos del cambio climático no se reducen a las dos regiones polares. Por ejemplo, en las áreas tropicales, los corales “cuernos de ciervo” (Acropora cervicornis), que comprenden más de 160 especies, están seriamente afectados por el aumento de la temperatura del océano, que provoca el blanqueamiento de los corales, debido a la acidificación, causa del CO2, que debilita el esqueleto de los corales.
Los peces payaso (Amphiprion ocellaris) también son víctimas de esta acidificación, debido a que los océanos son sumideros de carbono. Las aguas ácidas les impiden encontrar cobijo por la pérdida del olfato. En el mundo marino, también el salmón (Salmo), de gran importancia para la conservación de la industria pesquera, está amenazado por el aumento de las temperaturas del agua o la reducción de los niveles de oxígeno del agua, entre otras consecuencias.
El koala australiano (Phascolarctos cinereus) se enfrenta a la malnutrición por la mala calidad de las hojas de eucalipto, que se han visto desmejoradas por el aumento de CO2. La tortuga laúd (Dermochelys coriacea) está amenazada por el aumento del nivel del mar y el aumento de las tormentas debido al cambio climático que destruye los hábitats donde nidifican.
ESPECIES VEGETALES
AMENAZADAS
Como no podía ser de otra manera, el mundo de las plantas también se ve afectado por el exceso de CO2. Este es el caso del árbol aloe (Aloe dichotoma), del desierto de Namibia en el sur de África, que pierde ejemplares debido a las sequías. Antes esta problemática, y a diferencia de los animales, las plantas son especies con una movilidad lenta y por ello son los seres vivos que más padecen los problemas.
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